Recortes que como siempre, estrangulan a los más débiles: parados, mayores con necesidades de atención a la dependencia, trabajadores en precario, además de aniquilar la sanidad y educación pública…
¿Cómo es posible que se crean, y nos quieran hacer creer, que así se resuelve la crisis, y no hay otra manera de hacerlo?
Por favor, un poco de respeto, por lo menos que no nos traten de tontos.
Aumentando el IVA, es decir, encareciendo todos los productos, desde el pan a la gasolina, bajando de nuevo el sueldo de los funcionarios, reduciendo la prestación a los parados... (para que así estén más motivados para buscar trabajo… además pitorreo).
Eso es simple y sencillamente indecente, además de improductivo.
¿Por qué los recortes se hacen siempre por abajo, y no por arriba?
¿Por qué no se recorta en gasto militar y eclesiástico?
¿Por qué no se suprimen dietas y sueldos de políticos?
¿Por qué no se investigan a los banqueros corruptos?
¿Por qué no se ponen tasas a las operaciones bancarias especulativas?
¿Por qué no se evita la fuga de capital, a paraísos fiscales?
¿Por qué no se suben impuestos a los que más tienen?
Me pregunto cómo pueden dormir tranquilos, los mandatarios de las administraciones central y autonómica, sabiendo que condenan a la pobreza a miles de personas, y que hipotecan el futuro de nuestros hijos, y en definitiva el futuro de toda la sociedad. Me resisto a creer, que no haya ningún político y/o banquero, que no se le caiga la cara de vergüenza, viendo cómo destrozan el país, mientras están especulando y forrándose a costa nuestra.
Mª Rosa Ros
Edurne Uribe
Bárbara Salvà Siquier
Entre la inopia
y el salvavidas
Me gustaría compasivamente, poder arrojar algún salvavidas a este Gobierno, cuando veo por la televisión a nuestro presidente, al ministro de Economía o a la vicepresidenta aparecer con el rostro ido, cariacontecidos, abrumados por el dictado de las decisiones que toman. Dan lástima.
Transmiten la impresión de encontrarse claramente superados por la situación económica. Deambulan de viernes a viernes, tomando medidas, esperando acertar alguna de ellas. Me siento como en una tómbola y me siento incómodo, pues se trata del gobierno de España. El mismo que apenas hace ocho meses ganó cómodamente las elecciones. Claro, que lo hizo con otro programa. Se imaginan cuántos votos hubieran sacado, de haberlo hecho con el que ahora están aplicando.
Si damos por cierta la coartada del PP, de que no sabían cómo se encontraba el país, me pregunto ¿cómo se atrevieron a presentarse a unas elecciones generales, en esas condiciones? Si vivían en la inopia a pesar de ser la oposición y estar gobernando en gran parte de las autonomías españolas, su incapacidad, consecuentemente, era irrefutable.
Y si lo sabían, pero lo ignoraron, presentando intencionadamente un programa esperanzador con el fin único de embaucar y ganar las elecciones ¿Cómo nos dejamos engañar de esta manera?
¿Tiene carta de legitimidad para gobernar, un partido político capaz de algo así?
No extraña pues, sino que tiene mucho sentido observar en el Gobierno los rostros desorientados, mientras les arrastra la corriente, a aquellos que precipitadamente se lanzaron al río sin estar suficientemente preparados. Parafraseando al Sr Rajoy, teníamos que escoger entre lo malo y lo peor. Engañados, votamos lo peor, y así nos va. En otoño estaremos hasta el moño.
Y volviendo a mi salvavidas del inicio, me acabo de dar cuenta que está deshinchado. Qué pena. Sin duda se reventó al grito hiriente, de esa enfervorizada, impresentable diputada popular, increpando en el Congreso al pueblo español, con el… ¡Qué se jodan!
Por los clavos de Cristo, pero a donde vamos a parar. Eso es tarjeta roja y expulsión.
A este paso, no hará falta que hagamos nada, se van a ahogar ellos solitos. Lo malo es que pueden también, ahogar a la nación con ellos.
Jordi Viola
Alaior
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