Resulta grato ver cómo la enseñanza primaria que antes recibíamos labró su hueco en la memoria. Las modernas técnicas pedagógicas critican eso de "aprender de memoria" y sin embargo vemos que hasta los más agnósticos se acuerdan –aunque sea a su pesar– del Padrenuestro. Se lo digo a mi hijo Marcos, quinto menorquín, que con cuatro años lee todo lo que cae en sus manos ¡y se lo aprende de memoria!, a pesar de que su profesora le regaña por ello. "Tranquilo –le digo–, cuando te llegue el Alzheimer será lo que todavía recordarás". Así aprendimos las preposiciones, de carrerilla. Luego, Guillermo, añadieron al final de la retahíla "mediante", fuera del orden alfabético por no romper el hilo musical. Es la única que he echado en falta.Fruto de aquella educación, te mueves bien con las citas de la Biblia, por más que tus citas no sean más que un "copy-paste" textual, no un comentario, de una web (videre infra) para lo cual no hace falta saber que Am es la abreviatura del profeta Amós (ni que Amós sea un profeta menor). Ni hace falta hacer una lectura en claves de derechas o izquierdas del texto que copias, pues vale para ambos. O dime acaso si la formación en la que militas, respecto al texto que citas aplicándolo al PP, está "libre de pecado" (Cfr. Jn 8,7). O si dejamos que la idolatrada "mayoría democrática", opine si a los diputados se les paga un salario justo o injusto.
Pienso que no viene mal que los diputados ilustren su discurso con citas bíblicas (cuidado con lo que decía nuestro colega Lucas Lc 19, 22) siempre y cuando no sean sesgadas o estén fuera de contexto. Ya sabes lo que cambia el Credo si comienza en Poncio Pilatos…Pero lo que más me alegra de tu carta es que, aunque sólo sea por casualidad, estamos de acuerdo en el párrafo que compartes conmigo. Hay muy pocas ocasiones en las que jurar tiene sentido y siempre ha de hacerse con verdad, justicia (no se debe jurar por lo injusto o pecaminoso) y necesidad. Si se dan estas tres condiciones, jurar honra el nombre de Dios.
Prometer, como decías en tu anterior carta, es… ni fu ni fa. Pero jurar es poner a Dios por testigo. Habría que ver qué cara se le pone a Dios (figuradamente) cuando alguien osa ponerle por testigo del cumplimiento de una Carta Magna que ampara, entre otras agresiones a la ley natural, el derecho al aborto como corrobora el Tribunal Constitucional. Jurar la Constitución –esta Constitución y lo que ampara– es incongruente para un católico y roza la blasfemia poniendo por testigo a Dios de un (puñado de) delito (s). A no ser, claro, que redefinamos "Dios", "delito", "ley natural", "doctrina católica" "católico o cristiano",... en fin, que desmontemos el tenderete que es en lo que estamos. Así que ante la Constitución, prometer y sonreír cínicamente (o carcajearse por dentro) porque jurar tiene su inri. Va por las derechas y las izquierdas. Dios no hace acepción de personas y, por lo que cuentas, Iberia tampoco.
Luis Miguel Benito de Benito
licenciado en Filosofía
Es Castell
Olé, olé, qué castizo
es el PP
Menudo estreno simplón ha tenido el partido popular en el gobierno, con esa toma de decisiones que recortan el bolsillo de los españoles justamente en el hasta ahora, ciertamente popular, mes de las rebajas de enero. Con calculada simpleza, a algún listillo se le debió ocurrir que no había mes más idóneo que éste, cuando precisamente recortes y rebajas de otras índoles se anuncian en todos los escaparates del país, para comenzar a rebajar de contenido su cacareado y todavía calentito discurso electoral, "el PP no subirá los impuestos…". Olé y olé, qué castizo es el PP.
Sin intención de defender la mala administración socialista, hay que reconocer, atendiendo al discurso exculpatorio del PP, que echarle la culpa de todo al PSOE es una sana costumbre adquirida en la oposición. Ellos, los peperos, pobrecitos, son simples inocentes, que a pesar de llevar gobernando en la mayoría de los gobiernos autonómicos de España, mucho antes de comenzar a articular su pasado discurso electoral, fueron incapaces, en su simplismo, de sumar y calcular. Fue naturalmente, como se vio en las elecciones, mucho más productivo prometer y prometer, tararí, tarará… que aprender a contar. Si con esta actitud hay que defender la forma de hacer política en este país y en Europa, ay, ay, ay… qué mal lo vamos a pasar.Conclusión, pues desgraciadamente la de siempre, el ciudadano acaba siendo el tonto de turno, manipulado y engañado una vez más. Pagando una vez más la cuenta del pato, tanto le guste como si no. Lo peor de todo es que tan solo estamos en el primer plato del menú que el PP nos está cocinando. Con política arguiñana, un hervor por aquí, otro por allá, sin darnos cuenta, ¡zas!, como el pato de cocidos quedaremos. Tiernos y listos para ser degustados por ávidos comensales elitistas, huumm. !Qué ricos!
Jordi Viola
Alaior
Agradecimiento
a los lectores
Doy sinceramente las gracias de que mi pequeña carta titulada "La estrella aranesa" y que salió publicada el 16 de diciembre saliera seleccionada días después, lo cual me confirma que muchos lectores han disfrutado con mi corto y entrañable relato. Pero el motivo de hacer públicas ahora estas palabras es de que hablando con varias personas, me he dado cuenta de que la gente y con toda su mejor intención, creyeron que aprovechando esas presentes fechas de Navidad, mencionara yo ese suceso del año pasado añadiendo unas dosis de fantasía. Pero lo cierto es que no es así.
Todo fue auténticamente real, ya que simplemente fue ver la misma estrella que vemos aquí cada anochecer triplicada en su tamaño, hecho que no es de extrañar que me impresionara con intensidad a pesar de que, afortunadamente, estoy acostumbrada a vivir ocasionalmente hechos mágicos y maravillosos. Aun así, quedé pasmada hasta tal punto y viendo que era lógico que nadie más lo advirtiera ya que se trataba de altas horas de la madrugada, he querido extender mi admiración por lo visto a cuantas personas fuera posible. Solo añadir que lo más hermoso del caso es que fue totalmente cierto y dar las gracias una vez más por el interés a los lectores con que leyeron esa verídica y hermosa anécdota incluida en unos días plenos de belleza y alegres como un "hermoso y fantástico sueño de invierno navideño".
Margarita Monjo Pons
Maó
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