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Hace algún tiempo me entrevistó un periodista, algunas de las respuestas que le di salieron en un reportaje sobre la influencia del ruido ambiental y la salud en «Es Diari»; a partir de este recibí una invitación a dar una conferencia sobre el mismo tema en Ciudadela, que decliné realizar por varios motivos y uno de ellos es que no tenía personalmente excesivos argumentos sobre el tema, por falta de evidencias directas en este campo al respecto.

Al ruido se define como un sonido no deseado y dañino e incluye el ruido del transporte, ocupacional, del ocio, residencial e industrial. Experimentos con animales ya han demostrado que la exposición al ruido de los aviones durante 4 días provocaba un aumento de la inflamación en los vasos sanguíneos. Los animales expuestos al ruido mostraron un aumento de radicales libres; una mayor respuesta inflamatoria que alteraba la función vascular. Unos factores que son causa de hipertensión arterial, aumentando así el riesgo cardiovascular.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya apuntaba hace años que era probable que el nivel de ruido tuviera efectos adversos para la salud sobre todo durante la noche, recomendando en su día que el ruido nocturno procedente del tráfico rodado no superara los 45 dB. Y es que señalan que al menos 1,6 millones de años de vida saludable se pierden anualmente en Europa occidental debido al ruido relacionado con el tráfico.

Así, la Agencia Europea de Medio Ambiente (informe de 2020) estimó que al menos el 20% de la población de la Unión Europea reside en áreas donde el ruido del transporte supera los 55 dB. Estiman éstos que cada año el ruido del transporte provoca 12.000 muertes prematuras, 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica, y 6,5 millones de personas que experimentan alteraciones crónicas del sueño. Leemos. Por lo que es un problema de salud pública importante de difícil solución.

Está admitido que el sueño influye en nuestra salud y en como la percibimos; pues dormir mal, en calidad y cantidad, influye en nuestro estado de ánimo, en la ansiedad, cansancio e incluso sufrir depresión; y está demostrado que aumenta el riesgo de demencia, el riesgo de contraer diabetes, hipertensión. Y sobre todo en nuestro riesgo cardiovascular.

El trabajo de Hoevenaar-Blom MP et al (Sleep. 2011), que comentamos («Es Diari» 01-12-2023 ), un estudio holandés sobre 20.432 individuos entre 20-65 años mostró como la cantidad del sueño se relaciona con el riesgo de la enfermedad coronaria, de la enfermedad cardiovascular cuando se le compara con personas que tienen un sueño normal. Demostró que un sueño corto podría ser un factor que aumentara el riesgo de enfermedad cardiovascular hasta un 63% y la enfermedad coronaria (angina de pecho, infarto de miocardio) en un 79% cuando se le comparaba con personas con sueño normal.

Un estudio más cercano, del Inserm, France's National Institute of Health and Medical Research por Aboubakari Nambiema et al («European Heart Journal» 20-Octubre 2023), del que también hablamos, y utilizando una escala del sueño (healthy sleep score -HSS) entregada a cada participante y cinco patrones del sueño, calculando la puntuación al inicio y cada dos años durante el seguimiento demostraron que la mejoría en la puntuación en la escala del HSS se asociaría con una reducción del riesgo de la enfermedad coronaria y del accidente vásculo cerebral.

Con todo, son evidencias indirectas, y no ha sido hasta ahora que tenemos conocimiento de datos epidemiológicos con indicios de que el ruido del transporte se le relacione con las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, según una revisión publicada en «Circulation Research» recientemente.

Sin embargo, la presente revisión sobre el tema de Thomas Münzel et al («Circulation Research». 2024;134) se centra en los efectos indirectos del ruido sobre la salud cardiovascular y señala que existen estudios epidemiológicos que han demostrado que el ruido del transporte aumenta el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovascular.

Al parecer existen evidencias sólidas de éste en la enfermedad cardíaca isquémica, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular, pues el ruido del tráfico nocturno provoca fragmentación y acortamiento del sueño, elevación de los niveles de las hormonas relacionados con estrés y aumento del estrés oxidativo en los vasos sanguineos y el cerebro como se había demostrado en animales.

Un análisis comentado en dicha revisión demostró que por cada aumento del sonido en 10 dB, el riesgo de enfermedades cardiovasculares como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca aumentaba significativamente en un 3,2%. Por todo ello, señalan que es necesario que se reconozca que el ruido del tráfico es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares y de ahí su regulación normativa.