La correspondencia mantenida entre un abogado mahonés y su cliente, la empresa adjudicataria de la voladura y demolición de la isla de las Ratas, es una más de las innumerables sorpresas que deparan los variados y heterogéneos objetos que se incorporan al haber del antiguo hospital de la isla del Rey, en sus diversas dependencias.
Recordemos que el puerto de Mahón fue objeto de un dragado importante en el año 1933 y que ya por esas fechas era patente que las operaciones de amerizaje y despegue de los hidroaviones basados en él topaban con el obstáculo de la citada isla, mejor dicho islote, a poca distancia de la isla del Hospital (que ahora denominamos casi exclusivamente «Isla del Rey»). Por esta razón el ministerio de Obras Públicas, a través de sus departamentos específicos, organizó en 1935 el correspondiente concurso público, del que resultó adjudicataria la misma empresa que estuvo a cargo del dragado citado. Se trataba de una empresa belga, la «Société Anonyme Entreprises Ackermans & Van Haaren», radicada en Amberes, representada en España por una empresa de Madrid, que es la que mantuvo la correspondencia que hemos citado y a la que hemos tenido acceso.
Los primeros comentarios que provoca su lectura, casi noventa años después, pueden agruparse en dos facetas: la de la extrema cortesia y depurado formalismo en la redacción de las cartas, cosa que hoy día ha desaparecido por completo, y la enorme sensación de inseguridad en las comunicaciones, lo que provoca numerosas demandas de confirmación de envío, o de recepción, de cartas y telegramas, éstos ya habituales en esa época. En el aspecto del entorno en el que tiene lugar la correspondencia, destaquemos posiblemente también dos: el enorme trastorno que provoca el estallido de la guerra civil en los trámites precisos para que el adjudicatario liquide la obra y recupere la fianza, y el relativamente importante papel de los trabajadores en el desarrollo del proyecto.
Es este segundo factor el que influye en la ampliación del proyecto inicial, dado que, al efectuarse la voladura y el dragado a principios de 1936, existe la inquietud por la situación económica de los trabajadores al finalizar las obras, es por ello que acuden a la dirección de las obras para ver de prorrogar su intervención con una ampliación de la que dicen hay ya alguna idea. Aclaremos que los trabajadores tenían regulada su relación con la empresa mediante un contrato colectivo que detallaba salarios, horarios, seguro obrero, etc.
Volar totalmente la isla del Hospital es una de las alternativas que el entonces jefe de la Base Naval le expone al abogado cuando éste le visita con el fin de conocer las posibilidades de la prolongación de los trabajos. La segunda consiste en el dragado de los «frentes oriental y occidental» de la citada isla, para facilitar el fondeo de los grandes navíos de guerra que están entrando en acción ya en aquellos años. Pero por supuesto, no hay redactado proyecto alguno para ninguna de las dos alternativas y, de cara a la rapidez necesaria para su tramitación, se escoge la segunda alternativa como la más factible.
La rapidez no es una virtud o característica de las administraciones, y el proceso de redacción del proyecto, aprobación y asignación de presupuesto para la ampliación se prolonga a lo largo del año 1936, siendo el 4 de Octubre cuando D. Manuel Azaña (el entonces Presidente de la República) autoriza las consignaciones presupuestarias para cubrir en 1936 y 1937 la realización del dragado en las inmediaciones de la isla del Hospital. La certificación de dichas obras se efectúa en Enero de 1937, y en principio el importe se abona al adjudicatario con normalidad, como así ocurrió con las certificaciones de los trabajos realizados a principios de 1936. El importe total certificado fue de 1,6 millones de pesetas, del que corresponden a la ampliación (los frentes oriental y occidental de la isla del Hospital) 268.402 pesetas.
Exhalemos pues un suspiro y recuperemos el resuello, que por ahora la isla del Rey está bien anclada en nuestro querido puerto.
Oscar Sbert Lozano
Voluntario
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