Para recrear el efecto de profundidad, que él descubría en las muestras de plancton a través del microscopio, construyó unas cajas de luz pintando en diversos planos sobre acetatos transparentes. ¡Auténticas joyas vivas!

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Xavier Jansà (Palma, 1949 – Maó, 2022) fue un biólogo marino y uno de los pintores menorquines más interesante de las últimas décadas. Y, sin embargo, no lo conoce casi nadie. ¿Por qué? ¿Por qué algunos artistas que haciendo muy poco tienen hasta una sala en un museo y otros con una trayectoria de cincuenta años de trabajo riguroso excepcional no tienen ningún reconocimiento en vida? Casos como el de Van Gogh que solo vendió un cuadro en su vida son más habituales de lo que pensamos. Muchos artistas pasan décadas en el olvido hasta que son rescatados por alguien y entonces todos nos maravillamos con sus obras por su calidad y su vigencia que trasciende su tiempo. ¿Será este el caso de Xavier Jansà?

Hasta el primero de julio tenemos la oportunidad de visitar una exposición antológica que el Ajuntament de Maó ha montado en la sala Sant Antoni. Una exposición que se ofreció para verse posteriormente en El Roser de Ciutadella, pero, después de ocho meses sin responder, el Ajuntament de Ciutadella contestó que no tenía sitio. Esa falta total de interés municipal quizás es por una falta de criterio y de gestión cultural, o quizás es una maldición que persigue a Xavier Jansà…

Yo estoy convencido de que la evidente calidad de este artista se acabará imponiendo y será reconocido en su justo valor como uno de los grandes pintores nuestros. Porque, ¿qué o quién determina la importancia de un artista? ¿El precio de sus obras o lo que puede aportar al conocimiento de la realidad? ¿Habrá que esperar décadas o a alguien que venga de fuera para descubrírnoslo? Triste.

La aportación de Xavier Jansà es muy relevante ya que nos ofrece un punto de vista único. Xavier, como biólogo marino, se embarcó en expediciones científicas estudiando el plancton desde el Mediterráneo hasta el Antártico. Estudiaba formas de vida microscópicas, de formas orgánicas misteriosas, fluorescentes, descubría estructuras internas de células y ecosistemas complejos. Y luego, en la soledad de su taller las representaba en grandes cuadros maravillosos.

¡Es tan extraordinaria la naturaleza que no es extraño que los artistas queden prendados de su belleza! La mayoría reproduce esta apariencia con fidelidad y sentimiento; pero Xavier Jansà va más allá de las apariencias en su búsqueda: él aspira a mostrar lo que hay más allá, en lo profundo. «De profundis naturae» es el título de la exposición.

Xavier fue un niño con un talento prodigioso para el dibujo. A los siete años dominaba la perspectiva, el color y diversas técnicas a su alcance. Desde pequeño demostró un gran interés por el mar y la costa que descubría en sus veranos en Menorca, también se interesaba por los insectos, cualquier forma de vida y también por el cosmos y la geología. Por influencia familiar (su padre y su hermano fueron meteorólogos) se decantó por una carrera científica y dejó el arte como una actividad gratificante donde expresarse después del trabajo. Y con ello llenó su vida. Nunca se casó.

Era un hombre discreto, sencillo, trabajador, sensible, constante, riguroso, imaginativo, insobornable, con un gran talento para el arte. Pero él no tenía interés en vender su obra ni fue detrás de marchantes ni galeristas. Disfrutaba creando y esperó pacientemente que llegara el momento de su reconocimiento.

En las pinturas fue reflejando todo su conocimiento sobre el mar y sus criaturas. También la emoción que le provocaba el mar y sus abismos poblados de criaturas misteriosas. Pintó mundos como nadie lo había hecho antes. Porque sus pinturas no son abstracciones puras, creaciones de la mente, sino que son imágenes germinadas de su experiencia como biólogo. El único biólogo artista de este siglo. Su obra nace a partir de sus descubrimientos en el microscopio y su fantasía, con la técnica impecable de un buen artesano. Una maravilla.

Pero murió antes de que le llegara el reconocimiento, dejando cerca del millar de obras y una trayectoria impecable de permanente investigación.

Cuando la exposición en Maó termine los cuadros volverán al almacén del que salieron. No hay una institución en Menorca con interés y capacidad para acogerla, custodiarla y divulgarla. No hay un museo para el arte contemporáneo en nuestra isla. Es triste descubrir un tesoro oculto para, después, volver a enterrarlo.

Y es injusto.