Uno de mis colaboradores mochileros anónimos, me ha enviado por wasap una foto de unos contenedores para el reciclaje de papel-cartón, vidrio y envases ligeros, ubicados en la zona de la Estación Marítima, del puerto de Mahón; J. H. la ha tomado por los trastos de deshecho que hay a su alrededor, zapatos viejos, varios enseres de plástico y un váter abandonado…la incívica acción de la persona que lo ha provocado, merece una total repulsa ya que los servicios de recogida de este tipo de escombros, o sea, por la empresa municipal que se encarga de recogerlos funciona a la perfección, siempre que llames al «Servei de Recollida de trastos o poda, teléfono 971361963».
El invento del inodoro o wáter, fue un verdadero acierto hace muchísimos años; recuerdo que de niño cuando tenía que ir al escusado o «lloc comú», en casa de mis abuelas, estaba ubicado en la parte trasera del patio, el artilugio era un banco de piedra o marés cuya parte central era un agujero que se cubría con una tapa de madera, que cuando la quitabas veías el fondo, no estaba provisto de un pertinente sifón, ya que las viviendas humildes de la mayoría de las familias, no había recursos monetarios para instalarlo…me apelotaba usarlo por el miedo de caerme en su interior. Los que lo tenían complicado por no decir otro calificativo, eran los encargados de vaciarlos, que por la noche cerrada, iban a las casas con una bota arrastrada por una mula o bistia, vaciando el escusado con unos cubos, para depositar el contenido en la cuba…recuerdo que cuando jugaba a básquet con La Salle, saliendo de un entreno a las 12 de la noche, en la calle del Carmen estaban vaciando el escusado, toda la calle apestaba, por consiguiente nos tapamos la nariz y la persona o sea es suquero, nos dijo con contundencia: «que conste que el olor no proviene del carro, si no de lo que ponemos dentro».
En los años 60 empecé a trabajar de botones en el Banco Español de Crédito, en la oficina de la plaza de la Constitución de Mahón, con una plantilla de 23 personas, hombres, teníamos dos servicios sanitarios, uno provisto de un váter y el otro de una placa turca, que estaba provista de dos posa pies y un agujero en medio, lo usábamos los oficiales, auxiliares, cobradores, cajeros de ventanilla, ordenanza y por supuesto los tres botones, dos de ellos ya fallecidos, Victoriano y Luis, el wáter solamente estaba permitido para el Director, Interventor y Apoderados… Vatuadell cent llamps, eran otros tiempos.
En la Isla del Rey se conserva un escusado en la Sacristía, que en la visita de S. M. El Rey Juan Carlos I, tuve la osadía de enseñárselo, pero me reservo el gracioso comentario que me hizo S.M.
La criatura del puerto (el váter) vino a este mundo hace años, nace en el seno de una de las familias Roca, Catalano, Olympia, etcétera; pronto empieza a viajar, transporte por carretera, vía marítima, con destino a una empresa comercializadora de sanitarios, como el pobre no es de diseño, no lo exponen en el mostrador-escaparate; queda a la espera de que alguien lo coja en adopción, lo instale y empiece su andadura laboral, siendo imposible calcular los servicios que ha prestado hasta su jubilación, mejor dicho retiro; lo adecuado es que si su amo es un ciudadano cívico termine en una planta de reciclaje, no como ha hecho este impresentable que lo ha abandonado con nocturnidad y premeditación, en el Puerto de Mahón, a la vista de las personas que transitan por este magnífico vial, paseando, caminando o corriendo. Tarjeta roja para este incívico ciudadano.
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