El contagioso entusiasmo que transmiten sus voluntarios es lo primero que recuerdo cuando alguien me dice que le hable de la Isla del Rey y de lo que allí actualmente se está haciendo. Cada mañana dominical se convierte en punto de encuentro de incondicionales currantes que desarrollan las más variadas tareas, tanto en el interior de las salas rehabilitadas y en los propios edificios, como en los distintos jardines, caminos, accesos y espacios al aire libre. Grandes y pequeños, distintas nacionalidades, todas las afinidades políticas, parados, jubilados y trabajadores, estudiantes, etc. Codo con codo, con paciencia y continuidad, siempre de buen humor, avanzando en un trayecto que arrancó hace 10 años, cuando "4 amigos locos" empezaron a ir los domingos equipados con poco más que sus manos, unas tijeras de podar y una azada. A desbrozar y limpiar este pequeño islote, sin saber qué se iban a encontrar y hasta dónde llegarían.
ISLATERAPIA
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