Ahí, en Londres, en aquél año olímpico de Barcelona y España cambió la historia del fútbol español y la de todo el planeta. Ya nada ha sido lo mismo. Sin que uno se deje llevar por la euforia apropiada del momento los datos resultan irrefutables. La marca 'Barça' se ha convertido en una inequívoca denominación de origen que se cimenta en dos consideraciones obvias: el fútbol preciosista, de toque, ha sido una constante en este último cuarto de siglo, pero lo ha sido no solo para lustrar al mejor deporte del mundo, sino para hacerlo efectivo porque a partir de esa escuela ideada por Cruyff, prolongada por Rijkaard, llevada a su máxima expresión por Guardiola y evolucionada por Luis Enrique, el Barça se ha apropiado del protagonismo que le ha convertido en el mejor equipo del siglo XXI, y casi del último decenio del XX. No se molesten los aficionados madridistas pero esa es la realidad si cotejamos el número de trofeos que han conquistado unos y otros, incluso si me permiten, en la forma como estos han pasado a engrosar las vitrinas de cada uno de los dos grandes colosos del fútbol internacional puesto a los pies de Messi, Xavi, Iniesta y compañía.
Por eso he de admitir que, como ya nada es lo mismo y aún considerando que ganar, celebrar, disfrutar son acciones de las que uno nunca se cansa, la euforia descontrolada de aquél 20 de mayo del 92, no se equipara con la alegría rotunda de este 6 de junio de 2015. El Barça es hoy el más grande del fútbol mundial, un club habituado al triunfo y no como sucedía cuando aún éramos niños y adolescentes. Hoy es el color azulgrana el que tiñe todos los rincones del planeta.
Feliz Nuevo orden. ¡Visca el Barça!!!
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