El pasado lunes el pleno del Ayuntamiento de Mahón aprobó por unanimidad el nombramiento del empresario Pedro Montañés Villalonga como hijo ilustre de la ciudad.
Apreciado lector, me vas a permitir que esta vez deje la mochila y relate mis vivencias con el cofundador de El Caserío, Don Pedro.
Me voy a referir a su faceta humana y no profesional, ya que esta última, supongo, ha sido lo que les ha movido a los de Dalt la Sala nombrarlo Hijo Ilustre.
Conocí a Don Pedro cuando tenía yo cinco años, el año 1950, porque fichó a mi padre en Joanito que trabajaba de lampista en Ca´n Julio para incorporarlo en el equipo de Sa Formatgera.
Desde siempre, para mí Don Pedro fue una persona, muy querida, humana, que con su trato amable me hacía tenerlo en un pedestal.
El primer regalo que tuve de su parte fue una pluma estilográfica "Parker", con motivo de mi Primera Comunión, que aún conservo después de haber transcurrido 62 años.
De niño, los sábados por la tarde iba a pasear con mi padre por el puerto de Mahón, esperando ilusionado que en Joanito encontrara a Don Pedro, porque nos llevaba a navegar con su llaut <Lecumberri>.
Cuando terminé mis estudios, yo quería trabajar en El Caserio, pero mi padre, que ya era encargado general de la fábrica, no lo quiso. En el Banco Español de Crédito, necesitaban dos botones, nos presentamos tres y a mí me suspendieron. Mi padre comentó con don Pedro que había suspendido el examen, pero realmente es que no le había informado de que me examinaba. Don Pedro habló con el director de la sucursal y al cabo de quince días habían creado otra plaza de botones, a la que me incorporé en Julio del año 1962; pues sí, apreciado lector, en aquella época entrabas en banca normalmente por enchufe, como entraron mis otros dos compañeros, después muy buenos amigos, por desgracia ya fallecidos. El regalo de don Pedro por incorporarme al banco fue una máquina de escribir portátil "Patria". Como mi padre en Joanito era muy conservador, cuando tenía alguna oferta para cambiar de entidad bancaria, se lo comentaba a Don Pedro, que me aconsejaba para poder tomar la decisión…una vez tomada se lo decíamos para que lo bendijera.
Don Pedro, usted que está en los Cielos, seguro que paseando con su colaborador y posterior amigo en Joanito, desde mi corazón le doy las gracias por el trato humano y de cariño que siempre me dispensó.
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