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Anda atribulado con razón el joven presidente del CEMercadal, Toni Palliser, porque advierte que el futuro puede devolver al club de su vidal al papel secundario del balompié insular que ha ocupado durante la mayor parte de su larga historia una vez concluya el presente campeonato. Sería paradógico que así sucediera considerando que las circunstancias han convertido a la entidad del centro de la Isla en puntera del fútbol menorquín por la categoría en la que milita y la posición que ocupa el equipo, llamado todavía a hacer grandes cosas en el campeonato.

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Aparecen, no obstante, algunas paradojas en el discurso del presidente. Por un lado se muestra abiertamente decidido a que el club mantenga su status en la categoría, porque un reingreso en la Regional sería menos costoso, sí, pero más problamático - no hay jugadores- y por otro admite que si no fuera por el altruismo entusiasta de 5 o 6 socios -él mismo entre ellos- el Mercadal no podría estar donde está.

Quizás sea el momento de que el socio ponga en valor lo que tiene y se implique con ello a riesgo de no poder disfrutarlo nunca más. La Regional menorquina es, hoy, un campeonato que sugiere un interés distinto, mayor si cabe, por los equipos históricos de la Isla que la integran por obligación, que no por gusto. Pero si hablamos de fútbol, aún con reservas, el de Tercera sigue siendo muy superior al de la Regional. No es comparable todavía una categoría nacional con una insular aunque el morbo y el interés puedan sustituir a la calidad. Los socios deciden pero bien hará el Mercadal en no perder lo que tiene.