Estos días hemos asistido a un acto importante en nuestra ciudad, la instalación de las nuevas campanas de Santa María, en el pertinente campanario, como debe ser. Pero el acto más importante, según mi criterio, fue el que tuvo lugar cuando se hizo la donación a esta emblemática parroquia.
Las ocho campanas que se han colocado son fruto de un gesto altruista realizado por la artista María Herrmbrodt Fechhelm y el catedrático de la Universidad de Colonia Irwin Scollar, más la aportación de varias personas de Mahón. María Herrmbrodt es nieta del capitán del buque alemán Mathilde que se encontraba en el puerto de Mahón cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914. Debido al conflicto, el navío y toda su tripulación tuvieron que permanecer en la neutral Menorca hasta el final de la contienda en 1918. María Herrmbrodt quiere agradecer de este modo la hospitalidad que los menorquines tuvieron con su abuelo y el resto de compatriotas en ese difícil periodo.
Cuando las estaban elevando para ubicarlas en su hábitat natural, en el campanario, me vino a la memoria la película «Por quién doblan las campanas», basada en la obra de Ernest Hemingway, protagonizada por Gary Cooper e Ingrid Bergman, rodada en el año 1943, vatuadell cent llamps, yo aún no había nacido pero recuerdo haberla visto de niño, aunque mutilada por las tijeras de la censura, cosa bastante habitual en aquella época.
El día de la inauguración será un acto espectacular, nos alegrarán el día con su melodía a los ciudadanos que acudamos a Es Pla de sa Parròquia, y espero que lleguen a todos los rincones de nuestra ciudad.
Un personaje perenne de la plaza principal de nuestra ciudad, estará cargado de envidia – espero sea de la sana – ya que este anciano y entrañable personaje, se contentaría con una sola campana – ninguna de estas ocho-, o sea, con la suya propia, compañera de casi trescientos años. Me refiero a la campana municipal, que lleva años que - por motivos de seguridad - está guardado en las dependencias de Dalt la Sala, en vez de coronar a su compañero, el reloj.
Bonito hubiera sido que, cuando el reloj diera las horas con su propia campana, a continuación tuviera respuesta de las ocho nuevas. «Por quién doblan las campanas», en este caso para ti, campana municipal.
Apreciado lector, ¿qué opinas si para restaurar el soporte – que se halla en estado penoso – se organizara una colecta ciudadana, sin necesidad de billetaje público? Mi opinión es que tendría respuesta positiva, como ocurrió con la nueva escultura, réplica del león original, que estaba ubicado en la entrada de la Policía Local, que no supuso un solo euro para Dalt la Sala. Curiosamente, se ha rehabilitado en los últimos años la fachada del edificio y el proyecto no ha incluido el remate, el campanario que lo corona y da esa particular fisonomía a las casas consistoriales.
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