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Sí, habrá que rescatar exclusivamente los pasajes de la euforia, las imágenes de la celebración, las palabras de la felicidad... pero con el trágico desenlace de aquel Menorca todavía fresco en la mente, un vistazo a lo que sucedió hace justo un año invita también a la tristeza.

Menorca fue territorio ACB durante cinco temporadas inolvidables que proyectaron la Isla, por una vez, como un destino del deporte de élite nacional más allá del sol, las playas y la belleza de su paisaje.

Hoy todo aquello es historia. Aquí, en el Pavelló del milagro que no ha vuelto a abrir sus puertas desde entonces y queda como último vestigio de aquella época esplendorosa sin que los políticos hayan conseguido todavía darle una solución un año después, vimos a los mejores jugadores de Europa, campeones de Liga, del Mundo, medallistas olímpicos.

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Algunos de aquellos son los que vendrán a final de mes a jugar un partido amistoso como si de algo excepcional se tratara cuando en Bintaufa los disfrutamos año tras año como partícipes directos de la Liga. ¿Han colaborado las instituciones, especialmente el Govern, en este denominado Desafío Balear después de su implicación paupérrima para sostener a un club en la ACB o en la Adecco Oro como era el Menorca?

Aquí experimentamos sensaciones extraordinarias, lloramos de alegría, reímos de felicidad y vivimos encadenados a un sentimiento patrio que se nos fue por decisiones equivocadas y una lamentable falta de sensibilidad de quienes deciden dónde y cuándo invertir el dinero público.

Queda el recuerdo de la gloria y, en cierto sentido, la rabia de lo que tuvimos y dejaron que perdiéramos entre todos.