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De sobras conocido el estado menguante del deporte insular como consecuencia de la depresión económica aderezada con errores de bulto en la administración de no pocos dirigentes, el Club Volei Ciutadella sobresale como la opción más fiable para el futuro a medio plazo.

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En el próximo mes la entidad que preside Katy Moll al frente de un grupo de trabajo horizontal está en disposición de conceder al maltrecho deporte de esta Isla otro trofeo nacional de máximo rango. Después de un campeonato atípico, descafeinado por su descenso de nivel y que ha distanciado a un sector de la afición del Pavelló, el equipo de Chema Rodríguez ha cumplido el pronóstico para acabar en la cima de la clasificación regular. Lo ha hecho con más apuros, quizás, de los previstos por mor del golpe moral que supuso el fiasco de la Copa y, más recientemente, por la lamentable deserción de la brasileña Liz Hintemann. Ahí continúa el grupo de jugadoras abnegadas dispuestas a pelear por un título que sería el colofón justo a una campaña que se ha asemejado a un campo de minas porque han tenido que mantener la mentalidad, superar una reducción salarial y readaptarse a la marcha de una de sus titulares indiscutibles. Pese a todo, el trofeo está en su mano como poseedoras de la mejor posición de salida en el play-off gracias a su primera plaza en la Liga.

En todo caso, suceda lo que suceda en las eliminatorias, el CV Ciutadella tiene garantizada su subsistencia en la Superliga la próxima temporada aunque sea con un plantel menos competitivo que el de los últimos años por la nueva y presumible bajada de presupuesto ya que no arrastra un débito que se lo impida. Esa condición es la que le convierte en el mejor valor del deporte insular porque es la que, a día de hoy, no tienen por ejemplo, ni el Menorca Bàsquet ni el Sporting Mahonés cuyo futuro pende de un hilo.