"No quiero que la gente piense que esto se ha acabado, seguiremos y haremos un equipo competitivo. Jugaremos en LEB, una categoría en la que disfrutamos mucho el año pasado y en la que se puede ver buen basket". Las palabras de Benito Reynés, ayer tras el partido, continuación de las manifestadas a este diario tras consumarse el descenso, trasladan un necesario mensaje de tranquilidad para encarar el difícil tránsito hacia el nuevo proyecto considerando la abundante carga que sostiene la débil economía de la entidad.
El segundo paso por la ACB ha sido fugaz y la clasificación final, colista, la peor en su trayectoria en esta Liga. Pero no debe interpretarse como un fracaso. A pesar de su pésimo balance el equipo ha tenido carácter para no dejarse ir ni cuando llegó a acumular 11 derrotas consecutivas. Falta, eso sí, que presidente y director general, evalúen su gestión durante la campaña y asuman si a pesar de la sangrante economía no habría sido posible reunir más experiencia en el vestuario o dar un golpe de timón cuando se inició el vertiginoso camino hacia el descenso.
De momento su primera medida ha sido prescindir de Paco Olmos. La decisión, previsible desde hace tiempo aunque no exenta de controversia, se antoja apropiada. No hubiese sido conveniente ni para el club ni para el técnico prorrogar la relación tras la dureza de esta campaña porque en un año más, de no cumplirse los objetivos, el desgaste mutuo habría podido torpedear un desenlace que ahora, aparentemente, resulta amistoso.
La marcha de Olmos no será la única. El cuerpo técnico finaliza contrato, Tisi Reynés, incluido. Ibón Navarro podría retornar a Vitoria, y ningún jugador tiene contrato en vigor. Retener a alguno de los actuales parece complicado por su caché y porque los jugadores, salvo Otegi, residente en la Isla, no están demasiado por la labor para renovar dado lo que el club les adeuda.
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