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Treinta y dos años ininterrumpidos en una misma categoría, la Tercera División, es un registro fantástico que distingue y singulariza al CE Alaior entre todo el fútbol nacional porque ningún otro club ha sido capaz ni tan siquiera de aproximarse a él. Ese récord insólito está a punto de volatilizarse si el equipo no vence el próximo domingo en Sa Pobla ante un rival que se juega su presencia en el play-off, y el Ferreries derrota al Ferriolense. Es posible, sí, pero poco probable.

Ha flirteado el Alaior con la pérdida de la preciada categoría en la última década hasta alcanzar la situación límite en la que se encuentra hoy. Ese es el primer argumento para desdramatizar el desalojo de la Tercera División si éste finalmente sucede. Más al contrario, deberían los alaiorenses rentabilizar un tránsito obligado por la categoría inferior que quizás, sea un antídoto apropiado para regenerar el tejido que presta o prestaba sustento a la histórica entidad. Los aficionados que de un tiempo a esta parte han aparcado su filiación con la entidad albinegra hasta conseguir que el cemento se imponga lamentablemente en el campo de Los Pinos, constituyen causa y efecto del posible descenso. Cierto que el fútbol dominical en Alaior, como en otros muchos lugares, perdió hace años el papel estelar que tenía reservado casi en exclusiva en el tiempo libre de la población debido al incremento de la oferta de ocio. Pero también lo es, seamos realistas, el hastío de la categoría después de tantas temporadas –32 consecutivas– en ella viendo desfilar por Los Pinos a los mismos rivales y salvo en las campañas de finales de los 80 y principios de los 90 (de 1987 a 1991), sin tener opción a ilusionarse con una promoción o un ascenso. Ese cansancio también ha ejercido su influencia en la deserción de los aficionados que ha redundado en la pérdida de presupuesto y en la confección de plantillas más limitadas.

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Por estos motivos si el Alaior acaba perdiendo su condición de club tercerdivisionario al término de esta campaña, directiva y seguidores estarán ante un punto de partida que llega en un buen momento por muy doloroso que resulte el día después de haber cerrado este registro único.

Se trata de dar un paso atrás que reactive a los aficionados para poder dar otro adelante en una o varias temporadas al tiempo que la directiva sanea la maltrecha economía. Pese a los tiempos que corren el caché del Alaior como club no se va a resentir por militar en una categoría inferior.