La más elemental lógica indica que cuando se inicia un proyecto es porque se sabe que es necesario, o como mínimo, que aportará algo positivo. Si alguien decide construir una desaladora, lo mínimo que se le debe exigir es que se asegure de que la planta es necesaria y que, en cuanto esté acabada, funcionará y solucionará algún problema. En el caso de la planta de Ciutadella, creo que más que una solución, la instalación se está convirtiendo en un problema. La idea de Jaume Matas no tiene quien la compre. El Govern, que hereda ahora la infraestructura, se afana por hallar compradores para el agua desalada, y de momento no ha cerrado ningún trato. Normal, cuando no sabe a qué precio se vende. ¿Ustedes comprarían un kilo de manzanas sin saber cuánto les cuesta?
Blog: Tot pujant la Costa Nova
El peligro de los cabos sueltos
06/10/10 17:20
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