Barbería Can Vicente, el cierre de todo un clásico

El popular establecimiento de Ciutadella se despide después de 78 años de actividad

Jose Antonio Gallego cortando el pelo a un cliente en el año 2014. | KIKA TRIAY

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En Ciutadella quedan pocos comercios con tanta historia, y uno de los más emblemáticos, la peluquería Vicente, más conocida popularmente como    Barbería Can Vicente, acaba de bajar la persiana a principios de este mes. Una trayectoria que comenzó a escribirse en 1948 de la mano de Vicente Fontestad, un valenciano, nacido hace un siglo en la localidad de Benifaió, que llegó a Menorca para cumplir el servicio militar en La Mola.

El paso por la Isla, donde además de cortar al pelo también se dedicó a jugar al fútbol, convirtió al final Ciutadella en su hogar, el lugar al que se mudó con su mujer y donde formaron una familia. Fundó un negocio, anclado en el centro de la ciudad, que siempre ha guardado la esencia de los comercios de antaño y en    el que parece que el tiempo no corría a la misma velocidad. Al final han sido 77 años de historia de un negocio que tal como recuerda Rosa María Fontestad, hija del peluquero, «fue como una especie de institución».

Foto de la familia Fontestad en la barbería.

Fontestad fue el padre de la barbería, pero esta no puede entenderse sin el papel que ha jugado el otro propietario que ha tenido, José Antonio Gallego, quien ha regentado el negocio desde el año 2000 y que acaba de jubilarse. Gallego, nacido en la localidad cordobesa de Belalcázar en 1963, llegó con su familia a la Isla en septiembre de 1976 y un año y medio más tarde inició su carrera como peluquero. Recuerda todavía como si fuera ayer el día que se encontraba en el bar El Arco de Ciutadella y coincidió con un señor que preguntó a los clientes si sabían de alguien que estuviera interesado en trabajar en su peluquería. Gallego levantó la mano y así comenzó una relación profesional, y de amistad, que perduró hasta la muerte de Fontestad, en 2004.

«Empecé como se hacía antes», relata, «primero barriendo, después enjabonando y al final afeitando. Vicente me enseñó todo lo que sé sobre la profesión, la    única que he desempeñado en toda mi vida». Hace especial hincapié en que, más allá de la relación de jefe y empleado, «había una gran amistad» que les llevó a compartir muchos momentos fuera de la peluquería, ya fuera yendo a pescar, a buscar setas o viajando fuera de la Isla para ver algún partido de fútbol. «Pepe era como de la familia», reconoce la hija del fundador del negocio.

Vicente y José Antonio en del 50 aniversario del negocio.

El cierre de Can Vicente deja Ciutadella con tan solo un par de barberías de las de toda la vida, espacios que como el que llevaron Fontestad y Gallego durante tantos años la gente no iba solo a cortarse el pelo. «Era casi como un club social», rememora Rosa Maria Fontestad, un lugar en cada día había una tertulia. Un negocio que en sus primeros años abría prácticamente todos los días, «incluso durante las fiestas de Sant Joan», relata    la hija del peluquero.

Cuando Gallego comenzó a trabajar en el sector había cerca una veintena de barberías como la que acaba de cerrar en un rincón de la Plaçeta des Be. Un comercio que cuenta con una seña de identidad como el caballito que desde los años 60 ha servido para sentar a los clientes más pequeños de Can Vicente, una especie de pieza de museo que ahora es patrimonio familiar, como el local, que es propiedad de las dos hijas y la nieta del fundador.

Ciutadella pierde un comercio emblemático, pero de los que se recordarán durante mucho tiempo. Lo que es seguro es que el negocio de barbería no seguirá adelante y Gallego, como venía haciendo desde que se quedó solo al frente, continuará yendo a que le corte el pelo Miquel Anglada ‘Es Moliner’, compañero de profesión jubilado además de buen amigo.