La ciencia vista desde cerca y desde la experimentación para no caer en el aburrimiento

Cerca de 400 alumnos aprenden gracias a un programa basado en la experimentación

Dos jóvenes, en la mañana de ayer, haciendo prácticas en la sede universitaria de Alaior. | Josep Bagur Gomila

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Está comprobado. Para enganchar a los alumnos con el mundo de la ciencia y la tecnología, la práctica funciona mucho mejor que la teoría. «Cuando puedes tocar y ver directamente, todo es más fácil», resume Francisca Molinos, la coordinadora de «Ciència per a tothom», un veterano programa divulgativo a nivel balear que esta semana esta haciendo escala en Menorca.

Una profesora ayuda a resolver una de las prácticas planteadas. | Josep Bagur Gomila

Una iniciativa impulsada por la Universitat de les Illes Balears, a través del Programa d’Orientació i Transició a la Universitat, que gira en torno a un conjunto de talleres prácticos en los que los estudiantes pueden experimentar de primera mano diferentes ámbitos de la ciencia y la tecnología. En resumen, explica Molinos, se trata de un proyecto para fomentar vocaciones científicas y ofrecer «una imagen diferente de lo que es la ciencia», siempre a través de la vertiente más práctica de la misma.

Y es que, tristemente, confiesa la coordinadora, la ciencia tiene «una imagen muy tediosa, aburrida», algo que el equipo que dirige tratará de combatir trabajando mano a mano en el laboratorios con estudiantes de tercer y cuarto curso de la ESO y primero de Bachillerato de siete centros de secundaria de la Isla.

La robótica con Lego, otro de los experimentos del programa. | Foto: F.M.

«Ciència per a tothom» es la herramienta que están utilizando para intentar «dar la vuelta a la tortilla». Y es que explica Molinos que actualmente se está viviendo un problema en los centros «que nos tendríamos que plantear algún día en este país», y es que hay pocos alumnos a los que les guste las matemáticas, asegura.

Un alumno experimenta con el peso y los planos inclinados. | Josep Bagur Gomila

El programa juega con la baza a favor de tener herramientas, material que muchas veces no se pueden encontrar en las aulas de los centros educativos, donde las prácticas suelen ser «más sencillas y rudimentarias». Diferente es la cosa si, como estos días, los estudiantes pueden utilizar unas lupas binoculares, analizar unas moscas, observar mutaciones y hacer prácticas de genética.

Y es que la ciencia puede ser muy divertida, continúa Molinos, «muchas veces lo que los alumnos no captan en la pizarra les resulta más fácil de entender cuando pueden tocar y experimentar».

El apunte

Viaje experimental a través del plano inclinado, la robótica y la genética

Los cerca de 400 alumnos que entre ayer, hoy y mañana pasen por la sede universitaria tendrán la oportunidad de embarcarse en un viaje experimental por la ciencia y la tecnología a través de tres actividades diferentes. En el campo de la física, su misión es determinar los componentes del peso en un plano inclinado; en biología, el reto es trabajar con la Drosophila melanogaster, una mosca clave en el estudio de la genética; mientras que en el ámbito de la ingeniería informática, los estudiantes tienen que programar robots móviles con piezas de Lego.