La historiadora Ginebra Olives ofreció ayer una visita por los diferentes bienes patrimoniales defensivos que se encuentran en la zona de Son Bou, actividad con la que complementó la charla que había ofrecido un día antes en Alaior.

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Rememora la historiadora mallorquina Ginebra Olives Calbet que, entre agosto de 1936 y febrero de 1939, la costa menorquina se convirtió en escenario de obras de fortificación continuadas para repeler un posible desembarco de las fuerzas rebeldes durante la Guerra Civil.

La investigadora, con raíces familiares en Alaior, siempre se sintió intrigada por las construcciones republicanas de defensa de la zona de Son Bou. Y Esa fue la razón por la que escogió ese tema para realizar en 2021 su trabajo final de máster en gestión del patrimonio cultural y museología, que cursó en la Universitat de Barcelona.

Una investigación que este fin de semana ha recuperado para presentar sus resultados con una doble cita: la conferencia que ofreció el pasado sábado en Alaior y la visita ayer, sobre el terreno, de los restos que quedan de ese patrimonio histórico. Olives exploró en su día ese terreno palmo a palmo, pero también se sumergió en los archivos patrimoniales para analizar los catálogos y recogió testimonios orales de segunda generación para acabar de dar forma a un estudio y, de paso, hacer un inventario.

Las defensas militares se pueden encontrar a lo largo de toda la costa menorquina, como ya documentó en su día el historiador y coronel Francisco Fornals en su obra «Menorca: Defensas militares republicanas durante la Guerra Civil», que Olives tomó como punto de partida. Rememora la investigadora que los rebeldes barajaban diferentes localizaciones para realizar el desembarco y entre estas la zona de Son Bou era una de las más probables, pero finalmente se produjo por Ciutadella.

La entrada de los franquistas por esa zona y la rápida rendición propició que buena parte de esas construcciones quedarán inutilizadas, mientras que otras se reaprovecharon para usos no militares. La realidad es que con el paso del tiempo muchas quedaron en el olvido y ahora sufren el deterioro lógico del transcurrir de los años. La realidad, recuerda Olives, es que esas edificaciones, muchas de las cuales están protegidas legalmente como patrimonio, muestran ahora el resultado de algunos procesos de reutilización que no siempre ha sido respetuosos. Es por ello que reivindica «un cierto grado de actuación» con el propósito de consolidar lo que queda y frenar el camino hacia la perdida definitiva.

Una conclusión que se puede extraer de «El patrimoni de la Guerra Civil de Son Bou esforç i oblit en les defenses republicanes de Menorca», el extenso artículo que publicó en la ‘Revista Internacional de la Guerra Civil’. Hace hincapié en la necesidad de «rehabilitar y proteger más» unos bienes que no están delimitados, a los que se puede acceder libremente y que son desconocidos para una buena parte de la población, ya que no están indicados.

El apunte

Un zona en la que están inventariadas hasta ocho construcciones diferentes

Según los datos recogidos por Ginebra Olives, en la zona de Son Bou existen un total de ocho construcciones relacionadas con la arquitectura defensiva. Algunas de ellas levantadas desde cero y otras que aprovechan la estructura de la roca o reutilizan la cuevas prehistóricas de la necrópolis. El inventario recoge el Cos de Guardia, (un lugar de vigilancia), la Plana Major (el edificio de los oficiales), el Hogar del Soldado (cantina) y un hospital de sangre rupestre, así como nidos de ametralladoras y trincheras. También las cuevas de la necrópolis (puntos de vigilancia y escondite) y un pequeño blocao (fortificación).