Una forma, explica la directora del espacio museístico, Majo León, de celebrar una fiesta, conquistada en los últimos años desde la estética foránea de Halloween, desde una perspectiva local y mucho más didáctica. Y es que los muertos tienen todavía mucho que decir a través de unas voces que como ecos del pasado «nos hablan, solo que hay que saber leer lo que nos cuentan», explica la arqueóloga al frente de Can Saura.
Una fuente de información que nos permite recuperar datos muy interesantes sobre las personas que vivieron en Menorca en diferentes etapas de la historia. Un análisis detallado, apunta León, facilita, más allá de datos como el sexo y la edad de los individuos, el estatus y posición social «según el ritual funerario utilizado». También las causas de las muertes, que en muchos casos están relacionadas con dolencias provocadas por la dureza de los trabajos manuales, «como hernias o fracturas de pies y manos». Entre las partes del cuerpo más valiosas a la hora de extraer información, se encuentran los cráneos, si están completos, y las caderas, añade.
El análisis de los huesos a través de las pruebas de carbono 14 permite datar la época en la que vivieron los individuos, aunque se trata de un sistema, advierte la arqueóloga, que resulta menos útil a medida que nos acercamos a la actualidad. Un método que funciona muy bien, por ejemplo, para la época Romana, pero no tanto con cuerpos de la Edad Media, una etapa histórica en la que es más complicado afinar los resultados.
La buena noticia es que los huesos no tienen fecha de caducidad para poder extraer información. Funcionan como una especie de tesoro que gana valor con el paso del tiempo, sostiene la directora de Can Saura, y eso es porque a medida que transcurren los años «aparecen nuevas técnicas que nos ayudan a conocer más cosas» a través del ADN.
En el Museo de Ciutadella se exponen huesos de diferentes épocas, los más antiguos, de entre los años 1800 y 1400 (a.C.), fueron encontrados en la Cova des Càrritx y se pueden observar en una sala temática de Can Saura con una climatización especial. La conservación de los huesos cuando están bajo la superficie, advierte León, depende del tipo de tierra en el que reposan, «si es ácida o básica, pero normalmente es un material que dura mucho».
Los restos de varios antepasados están bien custodiados en el museo, mientras que otros esperan para ‘alzar’ su voz y desvelar nuevos secretos sobre el pasado. En ese sentido, destaca León que en Ciutadella hay partes que pueden ser muy interesantes. «Yo quiero excavar el carrer de Sant Cristòfol», apunta sobre una parte de la ciudad en la que no se han hecho intervenciones desde los años 90 y que «en principio es una zona donde estaría la necrópolis romana».
El apunte
Este viernes se procederá a la reconstrucción de dos esqueletos
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