La industria de los floreros elaborados con las conchas de estos moluscos, floreció durante ese periodo, y su apogeo quedó reflejado en la participación de Menorca en varias exposiciones internacionales, como la Exposición Universal de Viena en 1873 y la Exposición Universal de Barcelona en 1888.
En estas muestras, los objetos artísticos de marisco elaborados por artesanos menorquines recibieron reconocimiento y premios, destacando la labor de talentosos creadores como Margarita Hernández, Lucas Carreras y Juan Hernández Pons.
La técnica artesanal de trabajar con conchas de marisco no solo se limitaba a la creación de adornos y ramilletes, sino que también se aplicaba en la confección de objetos decorativos como cajitas, neceseres, cestas y templetes. Estos objetos eran muy solicitados por los marineros mercantes que visitaban el puerto de Maó, ya que los adquirían para sí mismos o para regalos a sus seres queridos. Además, esta artesanía también despertó el interés de coleccionistas y aficionados extranjeros. También es conocido que, al igual que con otros productos, también se llevaba a cabo contrabando en el ámbito de esta artesanía, buscando obtener mayores beneficios en las ventas.
Incluso el Archiduque Luis Salvador mencionó la «Industria de marisco» en su obra «La isla de Menorca en texto e Imágenes»
Según el historiador Lorenzo Lafuente Vanrell, hacia 1890 todavía existía en Maó algún establecimiento como el de la plaza S'Arravaleta, donde se conservaban algunos ejemplares de ramilletes y cofrecillos de mariscos, testigos de un pasado glorioso. No obstante, a medida que avanzaba el siglo XX, los gustos en decoración comenzaron a cambiar y los objetos elaborados con esta artesanía perdieron parte de su atractivo. Es posible que no supieran adaptarse a las nuevas tendencias y modas que surgieron en ese periodo.
La materia prima utilizada para estas creaciones eran las conchas y los caracolillos, los cuales eran seleccionados minuciosamente para obtener las piezas más idóneas. La recolección de conchas se realizaba tanto en las playas de Menorca como en otras islas cercanas, como Eivissa, donde se importaban moluscos de diferentes especies para satisfacer la demanda de esta artesanía.
El resurgimiento de la técnica artesanal con conchas de marisco gracias a los esfuerzos de Mercedes Barber Dolz ha sido fundamental para preservar esta tradición y darle un nuevo impulso.
A través de su trabajo, ha logrado transmitir los conocimientos y las técnicas a nuevas generaciones, garantizando la continuidad de esta preciada artesanía.
El apunte
Historiadora, funcionaria y experta en la gestión de las bibliotecas
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