Así, el pueblo pierde otro de sus negocios emblemáticos y con más historia, la que inició José Moll Pons siguiendo la tradición familiar de su padre, Sebastià Moll, quien cuando aún no había llegado la electricidad a la ciudad había puesto en marcha una chocolatería. Ellos fueron los fundadores de un proyecto familiar al que dieron continuidad Margarita Moll Quetglas y su marido Julià Coll, y más tarde su hijo, Llorenç, maestro pastelero al frente de la última etapa.
Margarita, que se ha jubilado hace un año, ha sido testigo de la evolución de la pastelería y cómo esta se ha modernizado, adaptado «y adelantado», recuerda, a los nuevos tiempos: la introducción de los productos, salados, el catering... La hija del fundador recuerda todavía cómo cuando solo contaba con siete años y todavía no tenían horno ella se encarga de llevar a cocer los merengues unas calles más allá del establecimiento de la calle El Roser, la única sede que ha tenido el negocio en toda su historia
Tiene Margarita todavía presente en la memoria unas palabras de su abuelo, «la pastelería no es tan dulce como parece», en relación a los sacrificios que implica un negocio que «arrastra a toda la familia, en el que se trabaja todos los días del año y de madrugada y que durante las fiestas y vacaciones implica mucho más esfuerzo», recuerda la empresaria.
Bien lo sabe su hijo Llorenç, quien lo resume todo en una frase: «Para mí la pastelería es una filosofía de vida». Confiesa que eligió ese camino porque le gustaba «y me sigue gustando», aclara. «Quedan tres días de tener abierto y sigo viniendo con ilusión», confesaba ayer no sin cierta emoción detrás del mostrador del establecimiento.
Se cierra una etapa con la clausura del negocio y el adiós de Moll como firma pastelera, pero también se abren nuevos proyectos ligados a la repostería que Llorenç ya tiene en mente junto a su mujer, Clara Rovira.
5 comentarios
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Oh....Lo que m'agradaven els pastissos de C'AN MOLL...encara que no es que en vagi menjar tants...però es veu que era una pastisseria "de categoria".....Bona sort
Que mala noticia. Una pastelería magnífica. Esperemos que no se pierda ese saber hacer
Una trozo de historia de Menorca que se pierde. Es muy triste. Uno de mis anelos vitales es que, si tengo hijos, estos puedan tener una infancia parecida a la mia: ir al campo a coger esparragos y esclatasangs, ir a pescar, a coger caracoles, a nadar a Cala Viola y Cavalleria, y que puedan apreciar la fisonomia de los pueblos como Es Mercadal, o Ciutadella, tal como yo la aprecié. Cuando sitios así cierran, como paso con Es Forn de Can Perol a Es Mercadal, se pierde un trozo de nuestro pasado y nuestra niñez. Supongo que es ley de vida, pero sigue siendo triste. Mucho animo a esta familia.
Quina mala noticia. Esperem, però, que sigui per bé i que aquest projecte nou que tenen ens segueixi fent gaudir. Estarem atents. Felicitats per tots aquests anys i molta sort en el que aneu a fer!!!
Els aniversaris no seran el mateix sense una bomba. Una pena.