Los restos del local están precintados pero son de fácil acceso, y por tanto, suponen un peligro. | Gemma Andreu

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Los restos de la sala de fiestas Copacabana, incendiada el pasado 24 de febrero, continúan en pie y se han convertido en un lastre para la actividad comercial del entorno en la urbanización de Son Bou (Alaior), al tiempo que suponen un peligro por la inestabilidad de lo que queda de estructura.

El impacto visual del mamotreto, la ubicación de enseres de otros locales de la zona en el espacio vallado pero de fácil acceso para quien lo desee, utilizado ahora por comercios del entorno para tareas de limpieza, entre otras, afean todavía más aquel terreno en el que conviven otros negocios claramente perjudicados.

El supermercado vecino no puede abrir debido al riesgo que padece por su ubicación, bajo el local siniestrado. Sus propietarios preparan ya la demanda por daños y perjuicios a los dueños del Copacabana por las pérdidas acumuladas y los gastos de los empleados contratados.

El restaurante Compostela, además, tiene una doble orientación hacia el Copacabana por lo que el perjuicio que sufre es notable. «Desde nuestra terraza se ve todo el esqueleto y desde que abrimos, prácticamente no se sienta nadie. Además, abajo están dejando máquinas y estanterías y realizando otras tareas con lo que aquello se ha convertido en un lugar para acumular más restos y porquería», se lamenta Andrés Rodríguez, propietario del restaurante. Añade, además, que «continuamente se escuchan ruidos por el desprendimiento de restos de la estructura que caen al suelo».

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Magdalena Abad, abogada de la comunidad de propietarios de los locales de la zona, resume sus quejas indicando que «aparte de la actividad comercial, existe una peligrosidad absoluta porque pueden caerse placas en cualquier momento si sopla el viento, pero la propiedad, que ya tiene la orden del Ayuntamiento para que derribe los restos desde hace un mes, alega que todavía quiere sacar más pruebas aunque espera el informe de la Guardia Civil».

Los dueños de los locales del entorno del Copacabana piden «una solución rápida» porque la temporada ya está en marcha «y todos están muy preocupados por la peligrosidad que tiene esta situación».

Diligencias abiertas

En cuanto a las diligencias tras la detención y puesta en libertad de dos acusados, el último arrendatario del local y un electricista acusados  por estafa e incendio, siguen su curso. Los abogados de la propiedad y de los imputados han pedido al juez que también se investigue al holandés, al que presuntamente habría estafado uno de los acusados, por los mensajes amenazantes que le había mandado por teléfono respecto a la integridad del local esta temporada si no cobraba el dinero que supuestamente les había prestado.