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Cuando todos los municipios se habían sometido ya a la dictadura de los partidos mayoritarios, Ferreries consolidaba la vía de la diferencia. Ni PP ni PSOE lograron encepar sus siglas, a pesar de las mil estrategias utilizadas para ganarse la confianza, en primer lugar, de los candidatos potables del pueblo y, después, de los electores. Ferreries es diferente, tiene una personalidad especial. El centrismo, incluso en los ámbitos locales, parece una opción del siglo pasado, surgida de un momento coyuntural y un personaje inteligente como Adolfo Suárez pero superada por la Historia. Sin embargo, no sólo no ha desaparecido sino que surgen nuevas fórmulas con esta bandera y los dos partidos mayoritarios adornan su definición con el prefijo, uno se presenta como centroizquierda y el otro como centroderecha.

En Ferreries eran innecesarios ardides de esta naturaleza, el centrismo aquí no ha necesitado sufijos. Le han cambiado las siglas y se han sucedido los personajes pero la hegemonía ha perdurado hasta el nuevo milenio. En el 79 se presentó como UCD, en el 83, en el 87 y en el 91 como CDS, en el 95 como CIF, en el 99 como INME, en 2003 y en 2007 como UCM. La evolución llega hasta la actual convocatoria en que aparece reconvertido en UMe. Hasta el 95 ganó todas las convocatorias, ese año fue superado por el PP cuyo espectacular crecimiento en las elecciones locales en toda España vaticinó la llegada de Aznar al Gobierno un año después. Ser superado por el PP no significó, sin embargo, ser apartado del poder, del que disfrutó solo o en compañía hasta hoy mismo, aunque la vara de mando cambió de manos hace ocho años por una pésima gestión de los resultados obtenidos en las urnas.

Ese camino particular de Ferreries ha molestado más por la derecha, que siempre se ha considerado la alternativa e ideológicamente heredera de ese espacio, que por la izquierda cuyo principal partido también tiene un perfil singular. El PSOE, indiscutible actor de la izquierda, el partido que más años ha gobernado España y que en conjunto suma más poder en las instituciones en los últimos 30 años, cede el protagonismo a la izquierda nacionalista. Ferreries es un municipio con personalidad, el factor personal se aprecia entre las motivaciones que orientan el voto, resiste a los empujones de las grandes siglas aún a costa de los perjuicios que una teoría le atribuye a esa resistencia. Las inversiones llegan de las administraciones de nivel superior, Palma o Madrid, gobernadas siempre por los grandes, y hay quien sostiene reticencias en las mesas de las decisiones por no ser un ayuntamiento amigo. Cierto es que fue dura la lucha por conseguir el instituto y ejemplar el tesón, una muestra de que tal vez fuera cierto eso de que el camino propio del centrismo no podía salir gratis.