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Raquel Marqués Díez

A cuestas con una semana interminable (que suele alargarse como un chicle antes de unas merecidas vacaciones), en ésas estaba yo cuando me llama Gaby -todo un artista del guitarreo, por si usteddon't remember...- para contarme noséqué historias de la primera muñeca lactante. Pienso que se cachondea de mí hasta que la Red -mi aliada en aquello de la no existencia- me arroja una versión ultramoderna que no se parece ni en el blanco de los ojos al Nenuco de antaño. El periodista de turno dice aquello tan socorrido de "lo importante es que el niño se divierta y aprenda jugando" y, dicho y hecho, los fabricantes de juguetes han pensado en esas mamás en potencia que con tan sólo 6 años podrán simular darle el pecho a un trozo de plástico inerte que mueve la comisura de los labios cuando se le acerca a una camiseta con dos florecillas con ínfulas de senos adultos. Ilusa de mí, acierto que en la España de la pandereta aún no se ha extirpado el entretenimiento sexista. La cruda realidad desvanece mis recuerdos de infancia y da al traste con los Juegos Reunidos Geyper, el mecano, la brisca y el parchís. Intento ser positiva pero en esta espesa niebla del pasatiempo infantil no atisbo a ver Cultura por ninguna parte. Se me ocurre impulsar unScrabblede frases y enseñar a los más pequeños aquello de: "Quien no llora no mama", aunque construir palabras ya esté demodé. Más tarde la etapa del acné pasa factura y los chavalines nos cuentan que se han ido de escurxión con los hamigos y que han comido un vocata en un beraniego día plallero.
Piensa mal y acertarás(dicho popular).