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Raquel Marqués Díez
No es el rayo que (¡ojo!, sólo metafóricamente, pues nunca llegó a caer...) ha partido en dos a Gesa Endesa, no es el divorcio sonado de Madonna, ni la millonaria entrevista a Julián Muñoz o el peso del mundo que Obama acarrea en sus espaldas. Simplemente es una cúpula, una intervención artística en la ONU que ha hecho correr ríos de tinta, un proceso creativo eclipsado por la polémica sociopolítica que cuestiona una financiación multimillonaria.
Me disgusta asistir al circo mediático que juzga al autor y a su obra, del mismo modo que no soporto el discurso demagógico: "Buagg! con pintura y brocha, eso también lo sé hacer yo...". Pues venga valiente, ya estás tardando.
El talento de Miquel Barceló en Ginebra representa el triunfo del arte frente a la pegajosa y estrafalaria herencia capitalista. Que sepamos aún, el sentimiento es incuantificable y que sepamos, aún también, en los supermercados no ponen cuarto y mitad de risas, lágrimas o abrazos. Por cierto, campaña comercial ésta del todo recomendable con la que está cayendo.
Mientras elfelanitxerhace historia, algunos se vuelven cansinos arremetiendo contra los dineros de la magna cúpula de la discordia. Últimamente, hay empecinamientos que no se van ni con agua caliente. Otros, sin embargo, empleamos el mismo empuje para dejarnos maravillar por el genio.