González. La generación ?anti-operación triunfo?

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RUBÉN PÉREZ ATIENZA
Es triste pero cierto. La gente tiene una gran facilidad para consumir música en inglés cuyas letras no entiende. Sin embargo, los artistas que apuestan por la lengua de Cervantes, y además dicen cosas interesantes, suelen pasar desapercibidos. Si Quique González hubiera nacido en Ocean Springs, Mississippi, seguramente sería en nuestro país un músico de culto, al estilo Jeff Tweedy o Bonnie Prince Billy, por ejemplo; no obstante, es un cantautor que sobrevive en el negocio manteniendo un continuo tira y afloja con las casas discográficas.
Este artista madrileño es un pequeño nómada. Tras acabar sus estudios se traslada a Mallorca, donde se gana la vida como animador en un hotel. Superada esa etapa, opta por cambiar el empleo por un puesto en un McDonalds londinense. En la "City" se compra su primera guitarra y decide apostar por la música. De nuevo en Madrid, comienza a tocar en pequeños locales y logra "colar" una de sus composiciones, "Aunque tú lo sepas", en un disco de Enrique Urquijo. La colaboración le abre las puertas para grabar su primer álbum, "Personal" (1998), con Polygram, pero la nula repercusión comercial propicia que sea despedido casi al momento.
Empeñado en conseguir su sueño, graba una colección de maquetas que presenta a su antigua compañía, apunto de fusionarse con Universal, y les convece para que le den una nueva oportunidad que se plasma en "Salitre 48" (2001), posiblemente su mejor trabajo hasta la fecha. A la postre, una vez más, la nueva empresa decide prescindir de sus servicios, pero la historia se repite de nuevo gracias a los cambios en la cúpula de Universal, que le abre la puerta para grabar "Pájaros mojados" (2002). Desde hacía un tiempo, González, cansado de la vida en Madrid, había decidido refugiarse en Menorca, donde pasó una larga temporada componiendo las canciones que formaron parte de aquel disco, una de ellas "La fiesta de la luna llena", para la que se inspiró tras acudir a la famosa celebración en las canteras de Líthica.
Y de nuevo los problemas. La casa de discos le ofrece la carta de la libertad y González, harto de la tiranía de los expertos en marketing, funda su propio sello, Varsovia Records, con el que edita "Kamikaces enamorados". Corría el año 2003 y las listas de ventas estaban dominadas, y contaminadas, por los "artistas" de Operación Triunfo, cuando el cantautor se desmarca publicando en su página web el manifiesto "Peleando a la contra", título que tomó prestado de Bukowski. En el mismo detalla las causas por las que decidió seguir un camino propio, lejos de las empresas que "tratan la música como un producto más".
Tras un periodo de descanso decide cambiar de refugio y se instala en una casa de campo en el Valle de Pas (Cantabria), donde nacieron gran parte de los temas de "La noche Americana" (2005), su segunda referencia independiente. Y vuelta a empezar, una vez más decide cambiar de aires y ficha por Dro Atlantic para editar un recopilatorio en directo, "Ajuste de cuentas" (2006), y su último trabajo hasta la fecha, "Avería redención # 7" (2007), con los que comienza a saborear las primeras mieles del éxito.
Estilo personal
González no es el cantautor en castellano al uso, su estilo se aleja de figuras como las de Silvio Rodríguez, Sabina o Serrat para acercarse a músicos americanos de tradición rockera como Dylan, Tom Petty o Ryan Adams. El artista madrileño pertenece a una generación en la que no sólo importa la forma, sino también el fondo. Y es que la discografía de González está repleta de canciones en las que las letras tienen mucho que decir, algo poco habitual en los tiempos que corren.