A vueltas con ángeles, con demonios y con hombres

J.C.
Madrid
A finales de mayo se puso a la venta la última novela de Laura Gallego, una joven que se ha especializado en los relatos fantásticos, con los que ha conseguido una notable aceptación. El lanzamiento de "Dos velas para el diablo" se convirtió en un verdadero acontecimiento, con casi cien mil ejemplares de tirada inicial y una promoción a lo grande, de esas que se reservan para los grandes autores. Pero no es para menos, atendiendo al gran número de seguidores que tienen sus narraciones desde que publicó "Finis mundi" (Premio El Barco de Vapor, 1999), donde plasmaba sus fantasías, como ha venido haciendo con los títulos posteriores.
Durante la redacción de "Dos velas para el diablo" la autora ha ido contando a quienes quisieron ponerse en contacto con ella (a través de su página web) algunos avatares por los que iba a discurrir la narración. Allí se adelantaban datos sobre la novela, sobre su vida y experiencias. Y la autora la seguirá actualizando semanalmente con nuevas noticias e informaciones acerca de su libro. Métodos novedosos para acercarse a los lectores y que estos conozcan algunos intríngulis de la producción literaria, pero en todo caso lo importante es la obra y la capacidad que tiene para enganchar a quienes se acercan a ella.
Tras el éxito obtenido con su trilogía "Memorias de Idhún", la escritora valenciana nos presenta la historia de Cat, una adolescente corriente y audaz con la única peculiaridad de ser hija... de un ángel. La protagonista, consciente desde su niñez de la existencia de ángeles y demonios que conviven con nosotros, tendrá que averiguar el motivo de la muerte de su padre, asesinado en una gasolinera de Polonia, encontrar al demonio que lo hizo y vengarle. La autora estructura una jerarquía perfecta de ángeles y demonios, a modo de mitología, creando una leyenda sobre los orígenes y el destino de la humanidad. Todo ello lo presenta dentro de una jerga juvenil que fluye libremente a lo largo de la novela, dando dinamismo y color al relato, lo que hace que el lector lo sienta como real.