J.C.
Madrid
Es casi seguro que "El asombroso viaje de Pomponio Flato", la novela más reciente de Eduardo Mendoza, no pasará por la mejor que haya escrito nunca, pero cualquiera que la lea reconocerá que se trata una narración que lleva la marca de la casa y que, como la mayoría de cuantas ha publicado, tiene un nivel de dignidad y de ingenio como cabe esperar a quien ha hecho las delicias de tantísimos lectores desde hace más de tres décadas.
A nuestro juicio, ninguno de sus relatos supera a los que escribió en sus comienzos, como "La verdad sobre el caso Savolta" (1975) y, sobre todo, "La ciudad de los prodigios" (1986), tal vez porque estaban espoleadas por una mayor ambición y frescura, pero eso no es óbice para que consideremos a Mendoza como uno de los mejores narradores españoles de nuestros días. Aquel empuje inicial se ha diluido un tanto (aunque haya ganado en habilidad y experiencia), tal vez porque ha dejado de creer en las potencialidades de la novela y pone en cuestión el que se trate de un género sólido y con futuro.
¿Es por eso por lo que opta por el camino de la ironía y de la parodia? ¿Es por eso por lo que toma distancias y parece no involucrarse en lo que cuenta? El resultado es brillante, sin duda, pero más lo sería si el enfoque fuera distinto, si partiera de la voluntad decidida y abarcadora de recrear mundos y construir personalidades (no porque su punto de partida no sea legítimo, sino porque la forma de llevarlo a puerto peque de inconsistente, de liviano). Al fin y al cabo ese planteamiento fue el que llevó a Miguel de Cervantes a escribir el Quijote y a Fernando de Rojas, "La Celestina", pero sólo al poner estos ejemplos caeremos en la cuenta de la distancia que media entre uno y otros. Mas no nos pongamos solemnes, porque también los "divertimentos" tienen su lugar y esa capacidad para guiñar el ojo a los lectores e introducirles en su propia diversión no se le puede negar. Aunque inconsistente -o precisamente por eso-, esta novela se lee con agrado y saca a flote la capacidad de Mendoza para sacarle punta a cualquier cosa.
Menorca | Migracion
Ironía y parodia en la última novela de Eduardo Mendoza
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