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Lluís Vergés
Maó
De forma satírica, el veterano autor teatral Alan Bennett (Leeds, 1934) plantea en su novela breve "Una lectora nada común" lo que podría ocurrir si la Reina de Inglaterra de repente cobrará una gran afición a la lectura.
Todo fue por culpa de los perros que empezaron a ladrar en el jardín junto a la biblioteca ambulante del municipio de Westminster, que cada miércoles acudía al Palacio de Buckingham para prestar libros a los numerosos empleados que allí trabajan. Isabel II subió a la escalerilla de la camioneta a fin de disculparse por las molestias causadas por los canes y se vio forzada a pedir un libro para no hacer un desplante al bibliotecario. En los estantes descubre el nombre de una escritora a quien conoce porque tiempo atrás le concedió un título nobiliario: Nancy Mitford.
La suerte quiso que la monarca se lo pasara bien leyendo "A la caza del amor", el libro de Nancy Mitford, y cobrara afición a leer otras novelas. Para escoger sus títulos, su majestad se buscó un asesor literario: Norman, un joven pelirrojo, pinche de cocina, que era el único usuario de la biblioteca ambulante cuando ella la visitó. Las tendencias gay de Norman, que es cambiado de destino para estar más cerca de su protectora, se reflejaban en algunas de sus recomendaciones a la reina lectora. Algunos de los autores que leía los había conocido en persona en el pasado y se lamentaba de sólo haber hablado con ellos de cosas intrascendentes.
"Una lectora nada común" describe la transformación que va sufriendo la soberana a medida que va aumentando su afición a la lectura. Tras haber descubierto los placeres de leer, a su Majestad le encantaba transmitírselos a los demás.
La reina aprende a leer en la carroza mientras saluda con la mano al mismo tiempo. También empieza a darse cuenta de lo mal que el Gobierno escribe los discursos que ella debe leer.
Pero la fiebre por la lectura no sólo cambia los intereses, las opiniones las percepciones y las conversaciones de la protagonista principal sino también el de sus próximos y sus asesores, a quienes irrita la metamorfosis de la prominente mujer. Ella, por su parte, a medida que más lee empieza a ponerse en el lugar de los demás, a repasar los acontecimientos de su pasado con otros ojos, a interesarse por los escritores, a buscar novelas cada vez más literarias y difíciles.
No todas las transformaciones de la reina son positivas. En sus encuentros protocolarios con sus súbditos se muestra más abúlica y con menos chispa que antes; deja de ser tan cuidadosa en el vestir como había hecho gala en todo su largo reinado; pierde interés en las actividades a las que siempre se había dedicado, como la jardinería o las charlas banales, porque le restan tiempo para los libros.
Tanto el entorno de palacio como el del primer ministro (avergonzado por no saber responder a las preguntas de la monarca sobre libros) conspiraran contra la nueva e irrefrenable pasión lectora de su jefa.
Bennet ha escrito esta historia en tono de farsa y con empatía hacia la protagonista. "Una lectora nada común" es un reflexión simpática sobre la capacidad de los libros y la lectura de cambiar a las personas para bien y para mal.

Una lectora nada común
autor: alan bennett
género: Novela
editorial: Anagrama
edición: Barcelona, 2008
páginas: 119
precio: 13 euros