TW
0

El autor afincado en Menorca presentó el pasado Día del Libro su último trabajo literario

AUTOFICHANací el 29 de agosto de 1932 en Colonia (Alemania). Estoy casado y tengo cuatro hijos. Conozco Menorca desde 1958, época en la que ejercía como delegado de la TUI. En 1964 me trasladé a vivir a la Isla. He presentado recientemente el cuento "Una payasada en Menorca", un relato bilingüe que ha traducido al español mi hijo, Joaquín Pabst. Además de ser el autor del relato, he realizado todos los dibujos que aparecen y me he encargado del diseño de la publicación.

Maria Solá
Maó
Sentado sobre una ladera desde donde contempla la basílica paleocristiana de Son Bou, un animador turístico se relaja antes de comenzar la jornada laboral, una jornada que se presenta más pesada e insípida de lo habitual. Inmerso en sus reflexiones, el protagonista del recién estrenado cuento editado por el polifacético escritor Lothar Pabst se pregunta cuáles fueron las motivaciones de aquellos que, hace miles de años, decidieron embarcarse en la aventura de construir embarcaciones, utilizando tan sólo cáñamo, huesos, fibras vegetales y pieles, con el único objetivo de descubrir nuevos territorios.
Propuesta
La nueva propuesta literaria de Pabst, que el autor presentó el pasado Día del Libro en la Plaça Colón, arranca con una interrogación histórica a través de la que el autor hace un repaso de las que fueron las visitas de los primeros pobladores de Menorca, cómo éstos navegaron hasta la Isla y cuáles fueron los motivos que les impulsaron a surcar los mares.
Algo adormecido, el animador turístico ve acercarse a una mujer. Parece una turista en busca de indicaciones pero, al llegar hasta él, le propone un viaje hasta el fondo del mar, un periplo por un mundo subacuático posible gracias a una capa de aire que le permitirá respirar con normalidad. El protagonista accede, le gustan las aventuras y ésta se presenta de lo más interesante.
Periplo
En las profundidades, hasta donde se sumerge de mano de su guía, el animador se encuentra con diversos seres subacuáticos, de apariencia muy semejante a los humanos pero con ideales totalmente distintos. En el fondo del mar no existe la manipulación y sus habitantes no compiten entre ellos por conseguir poder o dinero. Curiosamente los seres subacuáticos lloran frente al televisor al observar las crueldades, la miseria, las injusticias y el sufrimiento que existen en la superficie y no pueden evitar mofarse ante la gran cantidad de programas banales y primitivos que se emiten desde las cadenas terrestres. Asimismo se preguntan asombrados cómo es posible que los humanos no se den cuenta de que, debido a la explotación, están agotando los recursos que les ofrece el planeta.