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Rubén Pérez Atienza
Los discos de Eels ocupan por derecho propio un puesto de honor en la discoteca del Garaje Sónico, un lugar en el que los LP's de grandes éxitos -la mayoría de las veces operaciones de marketing que no aportan nada nuevo- no suelen ser bien recibidos. En el caso de este grupo merece la pena hacer una excepción, ya que recientemente ha editado dos álbumes dobles que, más allá de meramente recopilar, exploran el bizarro universo del "alma mater" de la banda, el músico Mark Oliver Everett, también conocido como Mr. E y al que algunos se refieren como simplemente E.
Y es que los trabajos "Meet The Eels. 1996-2006, Vol 1" y "Useless trinkets: B sides, soundtracks, rarities y unreleased 1996-2007" suman la nada desdeñable cifra de 74 temas musicales y 18 pistas de DVD, fundiendo sus canciones más conocidas con versiones alternativas de éstas, composiciones inéditas y otras rarezas. Nada que ver con los "The Best of..." a los que estamos acostumbrados.
Hijo de un reconocido científico americano, Hugh Everett III, Mr. E prefirió no seguir los pasos académicos de su progenitor pero sí interesarse por la pasión musical de su hermana, una virtuosa pianista. Cuando Mr. E formó Eels a mediados de los 90 no era precisamente un recién llegado. Su obsesiva dedicación a la composición casera desde su adolescencia le abrió el camino para debutar como solista con dos discos para Polydor con los que no logró una gran repercusión, aunque sí le sirvieron para ganarse un puesto como telonero de Tori Amos.
Su primer golpe de efecto con Eels se produce en 1996 gracias a la publicación de "Beautiful freak". El impacto del single "Novocaine for the soul", impulsado por un atractivo videoclip, les populariza en Estados unidos y les abre camino en Europa. Todo pintaba de color de rosa para Mr. E, pero de repente su existencia comenzó a teñirse con tintes trágicos: la muerte de su padre, el suicidio de su hermana y un cáncer terminal de su madre tuvieron la culpa de ello. Sin embargo, el artista decidió en 1998 volcar todo ese dolor para dar forma a una fructífera creación, "Electro-shock blues", su trabajo más oscuro hasta la fecha, algo que no logró entorpecer su carrera, sino todo lo contrario.
A partir de ese momento, el compositor siguió explotando sus notables habilidades emocionales para dar formar a otros magníficos discos en los que ha ido apareciendo progresivamente la luminosidad del pop, pero eso sí, sin dejar de explorar los recovecos más oscuros del alma humana.
En 2000 vio la luz "Daisies of the galaxy", un álbum mucho menos apagado, incluso podríamos decir que alegre, tendencia que se perdió de nuevo en su siguiente trabajo ,"Souljacker" (2001). En tan solo diez días dio forma a "Shootenanny" (2003), una colección de canciones memorables en la que estaba incluido otro de sus "hits" más radiados, "Saturday morning". En 2005 apareció su último título hasta la fecha con material original, un LP doble, "Blinking lights and other revelations", con 33 temas en los que Mr. E saca su vena más pura de "songwriter".
Pese a tener un estilo inclasificable, la obra de Everett bebe de múltiples fuentes de inspiración. Sus melodías podrían enmarcarse entre el folk de Neil Young y ciertos aspectos del nuevo rock americano, pero con toques que le incluyen en el pelotón del "indie" universitario. Son muchos los que encuentran en su estilo similitudes con la forma que tienen de entender la música Michael Stipe (R.E.M) y Mark Eitzel (American Music Club).
E, un tipo peculiar donde los haya, ha sido recientemente el protagonista de una curiosa anécdota publicitaria. Como protesta por el excesivo coste de los anuncios durante el descanso de la Superbowl americana (88.000 dólares el segundo), grabó un spot de un segundo en el que se podía leer el título de su último disco. Finalmente, la Liga Profesional de Fútbol Americano se negó en rotundo a exhibirlo, aunque curiosamente el caso fue tan comentado que se convirtió en noticia, consiguiendo así el efecto promocional pretendido.