En casa untar, untar... lo que se dice untar, sólo untamos la mantequilla

Raquel Marqués Díez
Asin Es!" y parafraseando a un compañero de profesión pucelano quisiera transmitirle al señor Rajoy (RJ) que en casa untar, untar... lo que se dice untar..., sólo untamos la mantequilla. Siento volver al "pseudo debate", y más en vísperas del segundo asalto, pero considero que el que los candidatos políticos empleen la cultura -bien como arma arrojadiza en pro de la escalada al Gobierno, o bien como respaldo electoral de altos vuelos (con "grandes" de las artes y las ciencias) en el caso de ZP- no es plato de buen gusto.
Si bien algunas voces críticas reflexionan con cierta preocupación sobre que en este país no se admita con normalidad que personas conocidas hagan públicas sus inclinaciones políticas (frente a la costumbre habitual en EEUU y en otras democracias), mi psique me lleva a teclear que: "en campaña se debería poner fin al todo vale", incluyendo el juego de "somos más buenos" porque nos respalda la imagen de Joaquín Sabina, Miguel Bosé, Joan Manuel Serrat o Pedro Duque, entre otros muchos...
Confundir la gimnasia con la magnesia es contraproducente. Así lo demostró el monólogo "vendido" a la audiencia como "el gran debate tras 15 años del último cara a cara entre dos candidatos al Gobierno". Desde aquel Aznar Vs. González la "tele" ha cambiado y mucho... El devenir de los últimos tiempos es tan mediático que asusta. Pactos de tiempos de intervención y pausas, entradas a plató programadas con idéntico recibimiento a la salida del coche oficial y una temperatura ambiente del directo fijada en 21 grados. Ni más, ni menos. Milimétrico. Poco personal. Escasamente humano...
Una velada que, entre estadísticas bien dispares -de derecha a izquierda- y argumentos, en ocasiones, de "patio de colegio", nos llevó a muchos telespectadores a vivir junto a Bill Murray "El día de la marmota". ¡Qué quieren que les diga!, con debates como el del lunes propongo una Plataforma Pro Carta de Ajuste. Prefiero oír el "¡¡piiiiiii!!" a ver cómo parte de la ciudadanía se "traga" la teoría, en versión digitalizada, del pan con mantequilla.