Wainwright. Lo suyo es cantar (y posar)

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Rubén Pérez
Atienza
Si vendiera un montón de discos, como Madonna, sería perfecto, pero no es el caso y me estoy arruinando. Me siento como David Bowie en la época de Ziggy Stardust... Era el más grande y el más pobre". La frase, recogida en un periódico de tirada nacional hace unos meses, pertenece a Rufus Wainwright, un artista de 34 años a quien sus cinco discos publicados hasta la fecha le han convertido en la nueva estrella del pop barroco.
En una época en la que los ingresos por la ventas de lp's no son lo que eran, los músicos se agarran a los conciertos para mantener su tren de vida artística, pero en el caso de Rufus programar giras espectaculares en locales íntimos le está conduciendo a una situación que define como de precariedad económica. Ya será menos. De cualquier forma, si se viera apurado siempre podría vender sus memorias, que a buen seguro se rifarían los editores de medio mundo.
Nacido en 1973 en Nueva York, aunque criado en Canadá, desde muy pequeño respiró el arte gracias a la herencia genética. Rufus es hijo de los cantantes folk Loudon Wainwright y Kate McGarrigle y hermano de la también vocalista Marta Wainwright. A los seis años comenzó a tocar el piano y a los 13 ya participaba en giras con su familia. Como suele ocurrir con toda estrella musical que se precie, se cuentan muchas historias sobre él, aunque la diferencia es que Rufus no tiene problemas en reconocerlas, como la de esa época durante su juventud en la que se quedó ciego temporalmente por el abuso de la metanfetamina. Sin embargo, su tendencia a los excesos no le ha impedido desarrollar una carrera musical ciertamente interesante. Con la edición de "Poses" en 1998, la revista "Rolling Stone" le encumbró como el mejor nuevo artista del año, pero no fue hasta la edición de "Want One" cuando consiguió que la crítica se rindiera a sus pies, un trabajo superado con creces por la segunda entrega, "Want two", que incluía lo más parecido a la canción pop perfecta, "The one you love".
Definir su estilo no es sencillo; su sonido tiene marcadas influencias líricas que van desde la ópera al musical, pasando por la canción francesa. Wainwright es un desconocido para el gran público, pero seguro que le han escuchado en alguna que otra banda sonora, y es que Hollywood suele recurrir con frecuencia a su engolada voz para ambientar sus producciones ("El Aviador", "El Diario de Bridget Jones", "Moulin Rouge", entre otras).
En 2007 nos obsequió con dos trabajos: "Release the Stars", un disco un tanto sobreproducido pero con momentos para el recuerdo ("Going to a town), y "Rufus Does Judy At Carnegie Hall", homenaje a una de sus musas (Garland) en el que calca un espectáculo ofrecido por la diva en 1961. Una vez que termine esa gira a la que culpa de estar llevándole a la ruina, se centrará en la finalización de uno de sus proyectos más ambiciosos, la composición de una ópera por encargo del Metropolitan de Nueva York.