Persianas cerradas y carteles de cierre. El centro de Maó, , en horario comercial de un día laborable, daba buen ejemplo de lo que está ocurriendo, con abundancia de comercios cerrados y carteles anunciando cierres temporales. | Gemma Andreu

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Persianas bajadas, escaparates tapados y carteles anunciando el cierre hasta primavera se están adueñando del paisaje urbano menorquín en temporada baja. El clásico apagón invernal de la oferta de comercios y restauración se agrava no solo en las urbanizaciones turísticas, sino también en los principales núcleos urbanos, una tendencia que va en aumento y que se refleja con contundencia en las estadísticas sobre cuentas de cotización de alta en la Seguridad Social. En la punta del pasado verano había 1.369 empresas activas en los sectores del comercio minorista y la restauración. Ahora, en pleno invierno, la oferta baja drásticamente hasta 784. Casi 600 establecimientos optan por echar el cierre en los meses más fríos.

«Nos estamos convirtiendo en un parque de atracciones de verano, somos pueblos fantasma», alertaba ayer Joana Torres, presidenta de la Asociación de Comerciantes de Menorca (Ascome), ante una realidad que tiende a empeorar. En el caso de las tiendas, la gran mayoría microempresas, el número de negocios en hibernación se sitúa este año en 217, un descenso del 32,5 por ciento en relación al mes de julio. Un año antes ese porcentaje de desplome estacional de la actividad fue del 29,3 por ciento. Hace cinco años apenas superaba el 28 por ciento. Entonces, en 2019, se contabilizaban en el arranque del año 744 comercios abiertos en toda la Isla y ahora solo son 669.

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Ante los altos costes de mantener la actividad y con una clientela local de menguante poder adquisitivo, «cada vez hay más comercios que desisten de abrir todo el año, cierran en los meses de invierno y ya no lo vuelven a intentar», lamenta Torres, quien señala a las crecientes cargas fiscales y laborales y a la «nula ayuda de las administraciones». «No estamos poniendo en valor el invierno menorquín y al final no va a quedar nadie que pueda abrir en invierno. Nos morimos y nadie se da cuenta», advierte.

Más de la mitad

La realidad de la altísima estacionalidad se muestra todavía con mayor crudeza en el caso de la restauración, en el que la oferta de establecimientos se reduce a más de la mitad cuando llegan los meses invernales. El pasado mes de julio, entre restaurantes, bares y cafeterías se registraban 694 cuentas de cotización –empresas o autónomos con empleados contratados–. Ahora, en el arranque del año 2025 se contabilizan solamente 332. Más de 360 locales echan el cierre temporalmente.

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«En Maó y Ciutadella cada vez hay más comercios y restaurantes que cierran tres meses en invierno y mandan a sus trabajadores fijos-discontinuos al paro para no tener que hacer frente a los costes laborales», explica Antoni Sansaloni, presidente de la Asociación Menorquina de Cafeterías, Bares y Restaurantes, quien señala a la administración por el poco apoyo que da a las empresas que apuestan por abrir todo el año. «Es muy triste porque los menorquines en invierno no encuentran oferta y luego en verano se lo encuentran todo masificado», denuncia.

Los presidentes de ambas asociaciones adscritas a PIME Menorca coinciden en que el problema del invierno no solo se centra en los altos costes de mantener la actividad y en la caída drástica de la afluencia de turistas, sino también en el descenso del gasto de los clientes habituales: «El tique medio ha bajado dramáticamente, la situación es muy grave», denuncia Torres, mientras Sansaloni apunta como causa a la enorme inflación que lleva acumulando España en los últimos años, que acaba castigando con mayor virulencia los gastos, como el de comer fuera, que se pueden considerar prescindibles.

Las claves
  1. Cada vez más comercios optan por cerrar en los meses de invierno

    La tendencia al cierre temporal de los comercios va en aumento. Este año, de julio a diciembre, el número de tiendas de alta ha caído como nunca antes.

  2. El «grave» descenso de la capacidad de gasto de los clientes locales

    Tanto restauradores como comerciantes están notando un «grave» descenso en la capacidad de gasto de sus clientes: «El tique medio ha caído dramáticamente».

  3. Aumento de los costes laborales y de las cargas fiscales y operativas

    Los empresarios denuncian que no dejan de crecer los costes laborales y se incrementan las cargas fiscales y las dificultades operativas por nuevas normativas.