Edificios de viviendas junto al aparcamiento de la calle Vassallo, donde se proyectan más pisos, en el centro de Maó. | Gemma Andreu

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Los requisitos para ser un inquilino idóneo han llegado a tal punto que, con las exigencias actuales para optar a un alquiler, más del 90 por ciento de las personas que ya viven solas en Menorca no podrían, hoy día, disfrutar de una vivienda sin tener que compartirla.

El problema es conocido, las agencias inmobiliarias no tienen producto, hay poca rotación de pisos para el alquiler de larga duración, y la búsqueda, desesperada para la mayoría, se complica cuando se trata de una persona soltera, que solo cuenta con sus ingresos para competir en un mercado totalmente desequilibrado, sin apenas oferta y mucha demanda.

Uno de los requisitos cada vez más frecuente -sobre todo desde que los propietarios contratan seguros para afrontar posibles impagos-, es que el arrendatario no destine más del 30 por ciento de sus ingresos a pagar la renta. De ese modo, y al precio que están las viviendas en la Isla, los ingresos mensuales netos exigibles al hipotético inquilino se disparan hasta sueldos de entre 2.500 y 3.000 euros o incluso más, que en el mercado laboral son muy minoritarios.

Sueldos que cobran muy pocos

En la ciudad de Maó, después de un rastreo exhaustivo por portales y agencias inmobiliarias en internet, la búsqueda concluye con un piso de 70 metros cuadrados por 850 euros al mes. Es el más barato, pero si el alquiler no debe superar esa tasa de esfuerzo del 30 por ciento el sueldo del inquilino debería ser de unos 2.800 euros al mes o más para poder acceder a la vivienda.

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Menos del 10 por ciento de la población actual que vive sola en la Isla, 8.853 hogares unipersonales según los últimos datos del Institut Balear d’Estadística (Ibestat), ingresa ese salario. De los 8.853 hogares unipersonales solo 995 tienen ingresos mensuales netos por encima de los 2.000 euros: 592 cobran entre 2.000 y 3.000, y 403 superan los 3.000 euros al mes.

Es decir, que dentro de la horquilla de los que cobran de dos a tres mil euros mensuales todavía quedarían personas que no podrían cumplir con esa regla del esfuerzo máximo del 30 por ciento de los ingresos destinados a pagar un alquiler de 850 euros.

La alternativa del aval paterno

Los filtros para competir por una vivienda son diversos, algunas agencias no fijan ese 30 % de tope pero, por ejemplo si los inquilinos son jóvenes, piden un aval de los padres o que estos se impliquen en el pago de la renta. Todo ello obviamente teniendo ingresos regulares, y una serie de documentación previa y garantías, un proceso que es lo único que evita que los pisos cambien de inquilino de un día para otro, literalmente vuelan de los anuncios y algunos ni llegan al mercado, se alquilan por el boca a boca entre conocidos.

Las agencias recuerdan que los propietarios, especialmente aquellos que no son grandes tenedores y dependen de esos ingresos del alquiler, reclaman cada vez más garantías de que cobrarán. Asumen gastos como la intermediación de una inmobiliaria precisamente para ganar seguridad y muchos contratan seguros de impago que cubran esa contingencia. Entonces ya no es solo el dueño de la vivienda quien valida al candidato, sino que entran en juego las aseguradoras, que demandan un perfil concreto y aplican por ejemplo esa regla del 30 por ciento.

En la búsqueda del cliente ideal la posible declaración de vulnerabilidad de un inquilino es algo que también restringe la oferta, ya que la Ley de Vivienda establece ciertas protecciones para evitar desahucios y ningún propietario quiere que una situación de impago se eternice y bloquee una posible venta.

Las claves
  1. Avales de padres y familiares tanto para comprar como para alquilar

    Es común que los jóvenes tengan que recurrir a sus padres para que les avalen no solo para hipotecarse, sino también para poder acceder a un alquiler.

  2. Solo una entidad le financia pero la mitad de lo que vale una vivienda

    Una entidad financiera aceptó realizarle un estudio pero el máximo del préstamo concedido es 110.000 € cuando los precios en la Isla rondan los 200.000 €.