Imagen captada el pasado día 5 de agosto por el satélite Landsat-9.

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Basta conducir por la carretera o pasear por el campo para darse cuenta de que Menorca tiene sed. Lo dicen los datos oficiales —con las reservas hídricas en su nivel más bajo de la última década— pero también lo percibe la vista con el color de la tierra agrietada y la vegetación que lucha por sobrevivir. Se ve a ras de suelo, a vista de pájaro e incluso desde el espacio.

La cuenta de Twitter «Una finestra des de l’espai» ha compartido en las últimas horas una imagen que fue captada el pasado día 5 de agosto por el satélite Landsat-9. En ella se ve el alcance de la sequía en el campo menorquín, que resiste a duras penas las semanas centrales del verano con las reservas de alimento para el ganado que pudo amasar en    primavera.

Una superficie más árida de lo normal, si se compara con la situación de otros veranos, que destaca sobre el intenso azul del Mar Mediterráneo —donde la temperatura del agua ronda los 29 grados— y el verde de los bosques, que no pueden bajar la guardia ante el riesgo lantente de incendio.   

Contraste con el invierno

Poco tiene que ver la Menorca de secano de estos días con la isla verde capturada por las cámaras de otro satélite, el Sentinel-2, el pasado 25 de diciembre de 2022, recién estrenado el invierno. Entonces las lluvias habían reverdecido el paisaje insular hasta un color que nada tenía que envidiar a los prados asturianos o la campiña inglesa.

Menorca es una isla de contrastes, también cuando se observa a 800 kilómetros de altura.