Los 702 kilómetros de superficie con los que cuenta la Isla pueden quedarse algo cortos para algunos menorquines. La sensación de encierro y las ganas de descubrir nuevos entornos totalmente distintos a los ya conocidos, a la vez que las de sumergirse en una nueva rutina, llevaron a Ismael Milán (Maó, 1990) a mudarse a Edimburgo, la capital de Escocia.
Habiéndose escapado tan solo un par de veces a la Península, con Andorra como punto más remoto, Ismael decidió acompañar en 2019 a la que por entonces era su pareja hasta el país británico. «Yo solo fui de vacaciones a visitarla para ver un poco cómo era la cosa. Fue llegar y ver una cultura distinta y un sitio en el que podías hacer muchos planes. Lo que me gustaba al principio es que ya no estaba en una isla pequeñita donde podía hacer muy pocas cosas», señala el mahonés sobre su aterrizaje en la isla de Gran Bretaña, casi 300 veces más grande que Menorca. «Si tienes un fin de semana libre puedes coger el coche o un tren e irte hasta otra ciudad y ver más sitios», subraya.
Simpatía de cara al público
Hasta ese momento, Ismael tan solo aprovechaba el viaje para testear el ambiente. Todavía no había tomado ninguna decisión en firme hasta que llegó el momento de enseñar el pasaporte y su cabeza hizo ‘click'.
«El hecho de que todo el mundo en el Reino Unido intente ser muy amable y correcto con los demás me impactó. Esto lo viví de verdad en el aeropuerto, cuando tenía que mostrar el pasaporte en las máquinas habilitadas para ello y no funcionaban bien. Un policía me ayudó y fue muy agradable en todo momento, preocupándose por mí y preguntándome por mi viaje. Me chocó mucho esta amabilidad por parte de un servicio público, ya que en España este ámbito suele ofrecer una imagen de extenuación y cansancio», relata Ismael.
De hecho, en su vuelta a España, el menorquín tuvo el mismo problema pero la atención recibida fue muy distinta. «Me tocó un agente de policía nacional que no me dijo ni buenos días ni nada. Simplemente me gritó ‘pasaporte'. El choque de pasar de estar en una ciudad donde todo el mundo es muy amable, te saluda y tiene esa forma de ser correcta, a volver aquí, donde todo el mundo es más seco, fue radical. Aunque los españoles somos más cercanos, la atención al público no es igual», matiza.
Cambio de aires definitivo
Decidido a emprender una nueva vida en Escocia, el protagonista compatibilizó dos trabajos en la Isla para reunir suficiente dinero con el objetivo de irse a vivir con su pareja de entonces.
Llegado el momento, apenas tardó unos días en encontrar un trabajo con buenas condiciones, teniendo que elegir entre las diez ofertas distintas que le llegaron pese a que no aportara estudios superiores al Bachillerato en su currículum, otra cosa que le llamó la atención del país anglosajón. «Después de una semana, que me la tomé de vacaciones, ya estaba trabajando. Tengo un abanico de elegir tres o cuatro trabajos distintos donde quiera», recuerda.
El apunte
Negocio en marcha con su pareja elaborando accesorios artesanales
3 comentarios
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DavidNoes solopor la,propinas. A menudo tiene mucho más valor decir un "please" y un "thank you", algo que es normal allí. Vale pueden parecerno un poco "manerados" pero no es lo mismo que entres en una tienda y te digan lo equivalente a "¿en que puedo ayudarle?" a qué te digan "¿Sí?". Y mil cosas más. Aquí pedímos un refresco diciendo "Tráeme una cerveza". Allí dicen "¿Puedo tomarme una cerveza, por favor?". A lo primero, el camarero será generlamente, áspero. Al final, se te contagia y te tratan mucho mejor.
Y esto por qué es noticia exactamente? No es no el primero ni será el último que se va a vivir a otro país.
En general, los británicos son más simpáticos y educados que los españoles, ya se nota en los turistas, un británico te dejará propina y una sonrisa, muchos españoles, italianos y franceses en cambio a parte de dejar poca o cero propina, se quejarán por cualquier tontería... es uno de los motivos por los que prefiero turismo británico antes que turismo nacional