La creación de la zanja ha dejado varias imágenes sorprendentes en las que los bañistas cruzaban el canal para poder bañarse en el otro extremo del arenal. | Katerina Pu

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La playa de Son Bou amaneció este jueves con la bandera roja que prohíbe el baño en todas sus torres de vigilancia. Esto echó para atrás a numerosos turistas y visitantes que se acercaban al arenal dispuestos a disfrutar de un día soleado en sus aguas.

La apertura de un canal de 40 metros de longitud entre el Prat y el mar para dar salida al agua estancada en la zona húmeda obligó a clausurar este miércoles de forma momentánea una zona de control sanitario de unos 200 metros.

Después de preguntar a los socorristas y recibir su visto bueno, algunos bañistas se ponían a remojo mientras que el resto de la playa presentaba un aspecto espectral, algo completamente inédito a las puertas del mes de junio. Tan solo algunas personas se atrevían a tomar el sol en las hamacas o en la arena y nadie se acercaba a la orilla. Únicamente lo hacían aquellos valientes que se atrevían a cruzar el canal para pasar al lado en el que se permitía el baño.

Las corrientes marinas con vientos del sudoeste empujan el vertido de agua del Prat a lo largo de toda la playa, excepto la parte de Atalis. | Katerina Pu

Otros recién llegados a la playa observaban con curiosidad cómo se llevaban a cabo las labores de cierre de la enorme zanja que se había formado, una operación dirigida en todo momento por el responsable en la Isla de la Dirección General de Recursos Hídricos del Govern, Pedro Sáez, y que quedó finalizada al mediodía.

Pese a empezar siendo de tan solo 70 centímetros de ancho, el canal acabó ampliándose hasta los 5 metros debido a la fuerza del agua acumulada en el Prat, algo que sorprendió a los propios implicados. «Sabíamos que había quedado mucha agua estancada, pero no pensábamos que fuera a salir tanta y con tanta potencia», reconocía el alcalde de Alaior, José Luis Benejam.

Actuación tardía

«Cuando se toman medidas de urgencia por algo previsible, la política de actuación termina siendo nefasta», afirma Luis Antonio Alonso, el gerente de Ses Grulles, el chiringuito más cercano al Prat.

Alonso asegura que este drenaje artificial se produce en un momento en el cual «hay clientes y hace buen tiempo», por lo que el daño económico es «mayor» y tiene una «repercusión directa en las concesiones» de los establecimiento.

El parking de la playa, prácticamente vacío y sin vehículos. | Pablo Rodríguez

«Todos sabemos que esto solía ocurrir cada año, que se abría y se cerraba en invierno de forma natural. Pero claro, ha habido una escasez de lluvias, no ha soplado tanto viento del norte y el Prat se ha inundado, pero no ha acabado rompiendo y desembocando el agua en el mar», explica el responsable del local. «Todos entendemos que hay que proteger este entorno natural, pero también hay que comprender que hay hay 50 familias que dependen de esto», advierte. Es por ello que considera que la apertura del canal es «correcta, pero no adecuada en tiempo».

Lo mismo opinaban algunos visitantes que, presenciando el panorama, se daban media vuelta y se marchaban quejándose también de una «actuación tardía». De hecho, el aparcamiento de la playa lucía desangelado ofreciendo una estampa más propia del invierno.

Resultados de las muestras

Una vez confirmado el buen estado del Prat, este viernes se conocerán los resultados de las primeros análisis del agua del mar, realizados en cuatro puntos distintos de la playa. Si estos fuesen favorables, la playa quedaría de nuevo abierta al baño. En caso de que el resultado de alguna muestra sea adverso, se mantendrían cerrados al baño los tramos correspondientes, mientras que por otro lado se irían abriendo aquellos otros en los que no exista ningún perjuicio para la salud. Se espera que soplen vientos del norte, lo que podría contribuir a una mejora considerable de la situación.

El apunte

Los mosquitos y el mal olor, las principales quejas de los hoteleros

A mediados de este mes de mayo, los hoteleros y promotores de las residencias vacionales más próximas al Passeig del Prat comunicaban su preocupación por la aparición de ratas «de gran tamaño» y, especialmente, de mosquitos debido al crecimiento del nivel del agua estancada.

La autorización de Costas para llevar a cabo el desagüe del humedal mediante la creación de un canal artificial en la arena ha acabado por desatascar una situación que, al parecer de los afectados, se ha efectuado más tarde de lo que debería.