Más de una cuarta parte de los pacientes están aquejados de cáncer de mama o próstata que, junto con el de colon, son los más frecuentes, pero también de los que mayor expectativa de curación presentan. Aproximadamente el 80 por ciento, cuatro de cada cinco, lo superan.
María de los Llanos, 39 años, y Ana María Martínez, de 38, son las dos especialistas que atienden a los enfermos oncológicos de mama, próstata, pulmón, de la piel y del aparato digestivo. Emparejadas con menorquines y con experiencia previa en hospitales como el Dexeus o el Vall d'Hebrón, llegaron a la Isla hace entre cinco y siete años y han permitido estabilizar un servicio esencial que tiempo atrás había sufrido la falta de efectivos por el efecto de la insularidad.
El Govern pagará el próximo año un complemento de 1.650 euros a los oncólogos que tengan plaza fija en Eivissa y Formentera. Nada que ver con su situación, ya que no perciben ningún plus específico en Menorca, pero ambas ven con buenos ojos que «se den las máximas facilidades para que trabajar en las Islas sea atractivo para quien viene de la Península».
Las dos Marías se han integrado ya tanto que hasta defienden los beneficios de cualquier paciente de cáncer a la hora de ser tratado en Menorca. Todavía algunas pruebas diagnósticas, como la tomografía PET TAC, o determinadas cirugías son derivadas a Son Espases, pero «gran parte del tratamiento ya se lleva a cabo en la Isla».
Y con mejores métodos para asistir a las mujeres afectadas de cáncer de mama, cuyo día internacional se celebra hoy. Es el caso del nuevo mamógrafo que el dueño de Inditex, Amancio Ortega, donó a Menorca en 2018 y que ha permitido «precisar mejor la detección» de este tipo de cáncer, posiblemente el que mayor visibilidad tiene en la sociedad.
Existe un antes y un después desde que en 2018 se implantó el servicio de radioterapia en Menorca y con ello se evitaron más de un millar de desplazamientos anuales de pacientes a Mallorca.
Así que, «aun cuando es muy común pedir segundas opiniones» y tantear la posibilidad de ser tratadas fuera de la Isla, la gran mayoría de mujeres acaban quedándose en Menorca, «donde igualmente tenemos acceso a los ensayos clínicos que realizan los hospitales de referencia y, al ser un centro más pequeño, podemos brindar un trato más cercano a la paciente». En cambio, «en hospitales más grandes es más fácil que no siempre te visite el mismo oncólogo. Y, aunque el tratamiento es el mismo y el enfermo está igual de cuidado, su confianza no es la misma».
También lo sufren las propias oncólogas, que llegan a empatizar personalmente con las pacientes. «Tratamos a esas personas y sus familias durante años, en los que vemos fracasos, reactivaciones del tumor… y es imposible que no nos llevemos su sufrimiento a casa».
Además, «la merma física es muy evidente», ya que suelen culminar el tratamiento con una mastectomía que les extirpa parcial o totalmente un seno. Algo que «socialmente es más visible» pero no más doloroso que los aquejados por cáncer de próstata, por ejemplo, «que también sufren problemas de impotencia y una merma de calidad de vida».
Aunque la mayoría de las afectadas superan los 60 años, cada vez es más numerosa la incidencia en edades más tempranas. Ana María Martínez lo atribuye a «un leve incremento de los casos en estos últimos cinco años pero, también, a la sistematización de las campañas de cribado y a que cada vez los medios de diagnóstico son más eficaces».
A diferencia de otros tumores, «el cáncer de mama es una patología que es fácil de detectar porque es muy palpable». Eso hace que la mayoría de pacientes se encuentren en estadios iniciales en los que todavía no se ha desarrollado en exceso la enfermedad, lo que acrecienta también el porcentaje de curación.
Por lo general, una mujer aquejada de este tipo de cáncer debe superar un primer tratamiento de quimioterapia o inmunoterapia de hasta seis meses antes de operarse. Y, un par de semanas después de la intervención, se la puede someter a nuevas sesiones para evitar su reactivación.
No obstante, en otros casos se da la enfermedad por controlada (en remisión completa) y se le realiza un seguimiento trimestral durante el primer año y cada seis meses a partir del segundo, incluyendo la realización de una mamografía. Pero no reciben el alta definitiva hasta transcurridos diez años.
La introducción de la inmunoterapia a lo largo de la última década «ha ayudado a rebajar la toxicidad de los tratamientos y a generar menos efectos secundarios» entre las pacientes, pero no ha evitado entre otros que las mujeres sufran la caída del pelo. Para ello es importante, según las oncólogas, la atención emocional que les brinda la psicóloga del servicio y asociaciones de afectadas como Alba.
«Trabajamos en equipo e intentamos adaptar siempre el tratamiento a las características del tumor y a los biomarcadores de la paciente», resalta María Gil. Además de las oncólogas, la unidad de patología mamaria también integra a ginecólogos, cirujanos y radiólogos.
El apunte
El cáncer de mama, el segundo de más incidencia tras el de colon
1 comentario
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No hay manera de agradecer la labor de estas dos grandes profesionales y el resto del Equipo de Oncología del Hospital Mateo Orfilia. Para los que hemos tenido la fortuna en los peores momentos de la vida en caer en sus manos, gracias por vuestra humanidad y empatía con los pacientes de la peor enfermedad que se puede tener. Estas dos grandes mujeres se dedican a salvar la vida de sus pacientes y la de sus familiares en esa dura batalla. Gracias Dra.Gil. Espero que algún político con dignidad recompense públicamente a este gran Equipo y sobre todo les faciliten los medios necesarios para combatir el cáncer del cual no estamos nadie libres de padecerlo y que cada vez está más presente.