Cala Galdana es uno de los puntos donde se ofertan más barcas de alquiler sin titulación. | Josep Bagur Gomila

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Los sectores profesionales que tienen en el mar su hábitat laboral consideran que es fundamental que se revise la legislación relativa al alquiler de embarcaciones sin titulación. Y no solo en lo concerniente al cliente, sino también a los propios responsables de las empresas, que a veces no tienen ni experiencia ni conocimientos suficientes. Porque hacerse a la mar no es baladí. Todo lo contrario. Requiere una base teórica y práctica que es imprescindible para garantizar la seguridad en la navegación.

Finaliza una nueva campaña estival y se comprueba que, un año más, han vuelto a ser numerosas las incidencias acontecidas en el mar, protagonizadas por embarcaciones de alquiler sin titulación. Tan es así que varios profesionales coinciden en que «hay incidencias prácticamente a diario», ya sea por hundimientos, averías que dejan barcas a la deriva, actuaciones imprudentes, maniobras indebidas.

Aparte de los profesionales de la pesca, que acostumbran a navegar mar adentro y que, por tanto, se cruzan con poca frecuencia con embarcaciones comandadas por personas inexpertas, el resto de profesionales consultados admite que es habitual encontrarse con alguna incidencia en la que están implicados botes que no requieren de titulación.

Para Dani Pons, de Excursions Menorca, que opera en los puertos de Maó y Ciutadella, la cuestión a tener más en cuenta es el desconocimiento de las normas básicas de navegación. «No saben conducir la embarcación, echan mal el ancla, fondean mal, no saben coger una ola al cruzarse con otro barco y vuelcan, o ponen todo el peso en un lado, entra agua y se hunden». Por todo ello, «sin duda es necesaria una titulación».

«Hasta que haya una desgracia»

Una opinión parecida expresa Guillem Bosch, patrón de los Yellow Catamarans, quien asegura que «a diario vemos escenas de gente que se nota que nunca ha navegado, haciendo maniobras extrañas, fondeando con la barca en marcha». Algo que considera que «es peligrosísimo, y solo se va a remediar cuando ocurra una desgracia», lamenta. «El mar es un medio que requiere un mínimo de conocimientos, se debe tener licencia», para evitar, por ejemplo que «a menudo encallen barcas junto a la baliza verde a la salida del puerto de Maó». Porque «todos, lleven una embarcación de nueve caballos, o un mercante, deben saber que por ahí no se puede pasar».

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Los problemas no siempre ocurren durante la navegación. A veces, incluso, aparecen en el mismo instante de la partida, como señala Fernando Sabino, responsable de Amarres Poniente, en Maó. «A la hora de salir o de amarrar hace falta un mínimo de pericia, pero al final, por suerte no suele haber problemas, más allá de algún golpe sin nada que lamentar».

Algunas fuentes apuntan a la imposibilidad de controlar todo el litoral ante posibles incumplimientos y a una legislación mal planteada. Y pone el foco en el tipo de embarcaciones, a menudo en malas condiciones y sin achique automático, lo que provoca averías y hundimientos. Además, indican, unas condiciones marítimas muy buenas, sin apenas oleajes, han mitigado el número de incidencias.

En esta línea, Joan Pons, gerente de la Associació Amics des Riu de Cala Galdana, apunta que «la ley se pensó para lagos y fomentar las actividades náuticas, pero no para el mar abierto, con olas y mal tiempo». De ahí, añade, que sea «imposible que en cinco minutos, las empresas puedan transmitir los conocimientos necesarios a sus clientes».

«Pagan justos por pecadores»

Al hablar del alquiler de embarcaciones sin titulación, siempre se acaba poniendo el foco en las empresas que se dedican a ello. No es justo generalizar, ya que, indican fuentes consultadas, hay muchas empresas que trabajan bien, que tienen sus barcas para controlar a sus clientes y acuden si hay algún problema.

En este sentido, todas las voces apuntan también a la necesidad de que el personal que entrega a los clientes las barcas esté igualmente formado, algo que no siempre ocurre. Eso es, para poder transmitir unas mínimas nociones e indicaciones, a la vez que controlar el estado de la mar y la conveniencia, o no, de permitir el embarque si el tiempo no acompaña.