El aparcamiento de Son Bou, repleto de vehículos, en una imagen divulgada por el GOB. | JuanDa Cermeron

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La información adelantada este miércoles por Menorca-Es Diari sobre la existencia de 6.300 casas que se alquilan a turistas sin licencia ha propiciado la reacción del GOB, que asegura que esta actividad es la causa de la masificación que sufre la Isla este verano.

Los ecologistas, en un comunicado público, afirman que Menorca se había librado hasta ahora de este fenómeno, pero algo ha cambiado. Una «tormenta perfecta», según sus palabras, que se ha agravado con la recuperación del turismo internacional unido a que Menorca como destino «está de moda».

Para el GOB la forma de «controlar los aludes turísticos» no es prohibiendo la entrada de aviones ni de personas, algo que choca con el derecho a la libre circulación, sino controlando la capacidad de alojamiento turístico. También urgen a dotar las plazas vacantes en el cuerpo de inspectores turísticos.

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El Plan Territorial ya no es suficiente

Este trabajo, afirman los ecologistas, se inició a principios de siglo con la aprobación del Plan Territorial de 2003 que eliminó 60.000 plazas turísticas previstas para construir en la costa. También se vetaron los crecimientos residenciales en suelo rústico y la oferta de apartamentos.

Una fórmula que, a su juicio, funcionó hasta que entraron en el mercado turístico las viviendas que eran de uso residencial. «En pocos años se han autorizado 5,882 casas para usos turísticos y el propio Consell estima que hay 6,300 más que se explotan de forma ilegal», apuntan en un comunicado.

«A cinco plazas cada vivienda supone un potencial de 60.000 turistas más cada día respecto a los que teníamos antes sumando hoteles, apartamentos y chalés», explica el GOB, «una oferta que este año también se ha llenado en gran medida en los meses de mayo y junio».

«Por eso tenemos problemas de abastecimiento de agua, porque abastecemos a una población muy superior a la habitual, por eso las carreteras y los aparcamientos están tan colapsados y las depuradores no depuran como deberían hacerlo», concluyen, «por eso Menorca ya no parece la isla de antes».