Imagen de un grupo de turistas en un hotel de Menorca el año pasado | Gemma Andreu

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Frenazo a las reservas turísticas. Las consecuencias de la ofensiva militar de Vladimir Putin contra Ucrania ya se están notando en los hoteles menorquines, que temen que el inicio de la primera gran guerra europea del siglo XXI pueda truncar el despegue turístico previsto para esta temporada, después de dos largos años de pandemia. Esos temores no son difusos, ya se están empezando a concretar en cifras, con grupos que han visto caer a la mitad el ritmo de reservas desde que los tanques rusos entraran en territorio ucraniano. El mercado turístico es muy sensible a las situaciones de incertidumbre y al miedo y lo primero que se resienten son las reservas anticipadas.

Es el caso del Grupo Galdana, propiedad del presidente de la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome), Luis Casals, quien explica que venían registrando un muy alto ritmo de reservas que se ha desacelerado notablemente: «Veníamos recibiendo unas mil reservas a la semana y de golpe han bajado a 500». El hotelero explica que todavía es pronto para saber cómo irá la temporada. En los últimos años ha ido creciendo el número de clientes que se esperan a última hora para hacer sus reservas y la inestabilidad –de seguridad y económica– que genera una guerra invita a ser todavía más prudentes a la hora de decidir sobre las próximas vacaciones.

«Quiero ser optimista, pero uno nunca sabe cómo va a acabar la guerra», advirtió, subrayando su temor a los efectos todavía más nocivos que pueda tener una eventual escalada del conflicto. Y es que la reducción del ritmo de reservas, que estaban llegando a muy buen ritmo durante estos primeros meses del año, sobre todo tras la pérdida de fuerza de la sexta ola, no es la única preocupación para la industria turística.

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