La plaza constitució de Maó, vacía | Javier Coll

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Sábado por la mañana. Últimas horas para realizar actividades cotidianas de las que nunca hubiéramos pensado que tendríamos que prescindir, hace tan solo una semana, unos días. Pero este sábado comenzó el cierre en cadena de pequeños negocios, comercios, bares, peluquerías, cafeterías, librerías, talleres. Por la tarde ya las poblaciones presentaban un aspecto fantasma, como los polígonos. El cierre es voluntario para muchos de estos pequeños empresarios, ya que este sábado por la mañana todavía no estaban obligados por la orden del Govern balear, pero eran conscientes de que era cuestión de tiempo y que, por responsabilidad, ellos tienen que cortar todo estímulo externo para que la gente se quede en casa. Así es como sanitarios, epidemiólogos y autoridades llaman a la población a frenar el coronavirus.

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De este modo los centros históricos de Maó y Ciutadella presentaban imágenes atípicas, impropias de un sábado, el día que normalmente se concentran los paseos, las compras, los cafés en las terrazas, ahora suspendidas, o el salir de tapas y vermut. El estado de alarma vació las calles pero también provocó colas en algunos comercios, como panaderías y estancos.

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