Clara Mascaró en Año Nuevo de 2019, cerca de Loch Lomond.

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La ficha

Lugar y año de nacimiento
— Palma, por circunstancias familiares.22 de agosto de 1990

Formación académica
— Graduada en Economía y Ciencias Políticas por la University of Edinburgh, ciudad en la que residió varios años y en la que actualmente realiza su doctorado en Política Social.

Vive en...
— Glasgow. Llegó a Escocia en 2011

Su sueño es...
— Diseñar e implementar políticas sociales para las Illes Balears

Llegó a Escocia para estudiar y casi una década después Clara Mascaró está afincada en la ciudad de Glasgow y realiza su doctorado en la Universidad de Edimburgo, donde también residió durante cuatro años. Las Lowlands escoceses de momento se han convertido en su hogar, allí tiene a su pareja, Evan, londinense. Nadie en su entorno apoyó la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero ahora tienen que amoldarse a una situación sobrevenida, decisión de la mayoría que votó brexit en junio de 2016. Clara Mascaró mantiene firmes sus lazos familiares con Ciutadella, ciudad paterna, aunque ella, de madre mallorquina, nació en Palma. Muy joven, con 19 años, decidió marcharse a Gran Bretaña y se instaló en Escocia por una razón convincente, allí la universidad era gratuita.

La educación superior en Reino Unido tiene fama de ser exclusiva por su elevado precio ¿en Escocia no es así?
—No, o no lo era antes del brexit, no sé qué pasará ahora. De hecho un motivo por el cual vine a Edimburgo fue que la universidad para los europeos era gratuita. Tenía además otras razones, un año antes había iniciado la carrera de Económicas en Barcelona pero quería combinarla con Ciencias Políticas y en ese momento en Reino Unido era posible y en España no; y dentro del país, encontré que las universidades inglesas eran muy caras y las escocesas eran gratuitas.

¿A qué se debe esa diferencia?
—Escocia es un territorio con competencias sobre educación y el sistema es distinto. Tienen bastantes competencias, en educación, sanidad, servicios sociales..., y su parlamento y gobierno propios, como sucede en España con las comunidades autónomas.

¿Por qué quiso seguir sus estudios en inglés?
—Tenía un buen nivel del idioma y la educación universitaria en Reino Unido es buena, también porque atrae a profesores y estudiantes de todo el mundo.

¿Cómo fue su llegada, siendo prácticamente una adolescente, a Edimburgo?
—Fue un cambio brutal, llegué en septiembre, y lo primero es que el clima es muy diferente, hace frío, llueve y hace mucho viento. Pero también me impactó que es una ciudad muy verde, con muchos parques.

Más tarde dejó una ciudad histórica por otra más industrial como Glasgow ¿por qué?
—Por un cambio de aires. Glasgow es más grande, tiene más vida cultural. Edimburgo es muy bonito pero se nos quedó algo pequeño, decidimos mudarnos a Glasgow mi pareja y yo. En Edimburgo viví cuatro años, mientras estudiaba la carrera, ahora solo voy allí para estudiar el doctorado. Después trabajé dos años en una consultoría de política de empleo en Edimburgo y vivía en Glasgow, era agotador ir y venir cada día. Este será mi sexto año viviendo en Glasgow, que yo diría que ya no es una ciudad industrial sino post-industrial. Aún quedan los edificios, las fábricas, que poco a poco se van convirtiendo en centros culturales y comerciales, un poco como en otras ciudades que tuvieron industria.

¿Cual es ahora el motor económico de esta urbe?
—Aún está buscando y encontrando su motor. Glasgow pasó unas décadas muy difíciles, en las que hubo mucha emigración, y ahora se está reinventando como ciudad cultural, de servicios, diseño e ingeniería, con industrias más creativas que están creciendo junto con el comercio. Pero todavía quedan zonas con pobreza.

¿Le choca esa situación en un país como Reino Unido?
—Bueno, es uno de los países con más desigualdad de Europa.

Su tesis está encaminada a estudiar el mercado laboral.
—Sí, concretamente a discapacidad y empleo, y las dificultades que hay para la entrada de estas personas en el mercado laboral. No hay un sector de empleo protegido en Reino Unido, las llamadas empresas sociales; ni cuotas en la Administración para personas con discapacidad, es un sistema laboral mucho más flexible que el español y menos regulado, aunque sí que existe una ley que obliga a adaptar los lugares de trabajo. Eso es en lo que estoy centrando mi investigación, en la inclusividad en el mercado laboral.

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¿Qué cambios puede haber en ese terreno tras consumarse el brexit?
—Creo que en ese aspecto concreto irá a peor. Es uno de los motivos por los que siempre Reino Unido ha tenido reticencias hacia la UE, y es que la Unión Europea tiene una serie de regulaciones, como condiciones de empleo o normas de medio ambiente. Hay derechos laborales como las 48 horas máximas a la semana, todo esto es regulación europea, y el gobierno actual ya no tiene ninguna obligación de respetar esa legislación. Y no creo que tengan interés en mantener el mismo nivel de derechos laborales y medioambientales, tanto en las negociaciones que ahora se sucederán como en el futuro. Ellos no dicen que las condiciones laborales vayan a empeorar pero particularmente creo que con este gobierno actual va a ser así.

Con cerca de 10 años residiendo en suelo británico ¿tiene algún problema para seguir su vida normal en Escocia?
—Tengo el estado especial que han creado para los europeos que llevamos suficientes años aquí. Lo que pasa es que es un poco raro y es lo que se está debatiendo ahora, no nos dan ningún carné o certificado que evidencie que tenemos este derecho a permanecer. Se supone que lo tenemos, y que la Administración sabe que lo tenemos, que existe una base de datos en algún lugar, pero no tengo ninguna prueba física de que ese sea el caso. Ahora se está discutiendo si se deberían dar pruebas físicas o no. Existen precedentes de otros estatus especiales que se crearon para inmigrantes en el pasado que gobiernos posteriores cambiaron. En principio eso no debería suceder pero...

Escocia ha salido bastante defraudada de todo este proceso, pertenecer a la UE pesó en su referéndum para seguir con el Reino Unido. ¿Hay enfado o frustración?
— Hay muchísima frustración, Escocia votó para quedarse en la Unión Europea, junto con Irlanda del Norte. Fueron las dos únicas regiones que votaron continuar en la UE con un margen bastante amplio. El brexit no solo es lo contrario de lo que les dijeron en el referéndum de independencia de 2014 sino que también es lo contrario de lo que ellos mismos votaron en 2016. Quieren hacer otro referéndum de independencia pero el gobierno actual ha dicho que no, y se necesita el acuerdo con el gobierno central para convocar un referéndum vinculante. Vamos a ver qué pasa, una de las últimas encuestas indica que hay una mayoría a favor de la independencia.

¿Cree que podrían plantear un referéndum unilateral?
—Yo no creo que termine esto como en Catalunya porque es un poco diferente la situación pero podría suceder si el gobierno escocés dijera «tiramos adelante», vamos a ver qué pasa.

¿Cómo se vive todo esto en su entorno? Son una pareja de española e inglés en Escocia ¿hay debate, incertidumbre?
—(Ríe) No, no, mi pareja no es pro-brexit. Yo no conozco a nadie que apoye el brexit en mi entorno, depende mucho del mundo en el que te mueves, las personas a mi alrededor están en contra de dejar la UE. En teoría no tenemos problema, no notamos nada en el día a día, pero muchos británicos que conozco están muy tristes, en los últimos años han intentado viajar más, realizar estancias en otros países europeos. Algunas parejas de diferentes nacionalidades, británicos y de la UE, se han casado, por si acaso. Y no conozco casos personalmente pero he oído que algunos profesores de otros países se han ido.

¿Ha vivido algún caso de xenofobia?
—Puede que se hayan dado pero en mi ambiente yo no los he vivido y tampoco he tenido ningún problema.

Pese a los problemas políticos, Escocia la ha retenido una década ¿qué le atrae?
—Me gusta, y tengo una buena situación personal, laboral y social. Por supuesto que echo cosas de menos de mi tierra, el clima, hablar mi lengua materna, porque en la universidad hablamos inglés y castellano. Pero ya me he acostumbrado por ejemplo a los horarios, a comer un sandwich y hacer la jornada de 9 de la mañana a 5 de la tarde, cenar temprano, a las 7 o 7,30... esas cosas cotidianas. A veces hablamos de instalarnos en España pero ahora mismo estoy en la mitad de mi doctorado, es algo más a medio plazo. En algún momento me gustaría, y supongo que si quisiéramos seguir con la carrera académica, podría ser en Barcelona.

¿Ha podido conocer esa naturaleza que dicen enamora a los viajeros?
—Las Highlands de Escocia, las tierras altas, son increíbles, sus lagos y montañas, vale la pena verlo, sobre todo la costa oeste, es bastante espectacular. Para mí la naturaleza es lo mejor de Escocia, y tiene mucha; siempre que puedo voy de excursión o hacemos fines de semana de acampadas, en primavera o verano.

¿Algún proyecto a corto plazo?
—Me voy a hacer una estancia de investigación de tres meses a Berlín, de abril a junio. Estaré en el Instituto de Investigación Económica DIW y continuaré allí mi doctorado porque necesito unos datos alemanes. Me hace mucha ilusión.