La operación se cerró el pasado septiembre, la opción de compraventa se había firmado en julio y las negociaciones habían comenzado realmente tres años atrás cuando Franck Juhel, que entonces acababa de comprar una propiedad en la Isla, «La Beltrana», supo que Hort de Sant Patrici estaba en el mercado.
Ejecutivo de una multinacional y casado con Paola Giangiulio Seguí, una mujer de lejana ascendencia menorquina, es el principal inversor de una operación cuyas cifras no han trascendido, aunque inicialmente la propiedad estaba valorada por encima de los tres millones. «Ha sido un acuerdo importante adoptado en buen momento, antes de la locura de precios de los últimos meses».
Así lo explica Dandrieux Gilles Olivier, quien desde el 1 de octubre asume la dirección y la responsabilidad en la marcha del negocio en sociedad con Juhel. Experto profesional en la organización de eventos para grandes marcas de cosmética, perfumería y relojería como Dior, Chanel, Gautier, Mont Blanc o Panerai, ha trabajado durante las dos últimas décadas en Miami. Antes había sido director de cine. Nacido en Madagascar, de 47 años, hace tres recibió la llamada de Juhel avisándole de que había encontrado un boutique hotel ideal para lo que él buscaba.
Estaba metido en esos tiempos en un trabajo que le obligaba a viajar 250 días al año, de modo que esperó a disponer de la primera semana libre para venir el año pasado, «unos días de temporal horrible, en un ratito de sol visitamos la propiedad y en mayo hablamos en serio de la compraventa. En un mes vendí mi empresa en Miami y en julio empecé a diseñar lo que queremos para Sant Patrici», explica Gilles, quien habla español con fluidez .
El nuevo diseño comienza desde la percepción de quien tiene entre manos «un diamante en bruto que en un plazo de dos años vamos a pulir y duplicaremos el valor de la inversión», aventura. La unificación de marcas de todos los productos (hotel, queso, vino) en Hort de Sant Patrici, nuevo logo y nueva web son los primeros pasos junto con una profunda revisión de la imagen de los jardines.
«Faltaba feminidad, más color, flores, haremos una importante siembra de gardenias, jazmines, rosas. Es importante para el equilibrio de la casa, que hasta ahora daba más importancia a los productos propios. Hay que volver a la 'delicatessen' original de los señores Sintes y Xini, él estuvo en Italia y construyó este palacete de estilo florentino con un jardín a la francesa. La casa estuvo abandonada muchos años y hay que recuperar el espíritu original», relata Gilles.
La oferta actual de ocho habitaciones en ese ese edificio aumentará en dos años con doce suites con terraza integrada y mirando a los viñedos repartidas en otros dos inmuebles de la finca, según el proyecto que ha puesto en marcha y que mantendrá el «solo para adultos».
13 comentarios
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Lo primero que dice es... Doblaré la inversión en dos años. Para ells són números, els es igual on. A día d, avui cada vegada queden menos casas boniques dels menorquins. Això i el problema del idioma. Adéu Menorca. Com Ibiza.
pijerio i servidumbre,para ricos
Joan, supongo que no te acuerdas de Torralbenc ... primero se hace y luego se legaliza. "A la menorquina"
Dan ... donc si vols que Menorca sigui pels menorquins, digues als menorquins amb doblers que inverteixin aquí i deixin de jugar a especul·ladors financers a Madrid.
Espero que la ampliació de 8 a 20 habitacions sea legal. Que aquí los pobres para poner un porche te amenazan con multa y tirar al suelo.
Milionaris comprant l, illa. En 5 anys tots parlant en francès . Quina pena. Us esteu venent tot. I aquest venen a treure suc fins deixarle exprimida.
Y... ????
Dan, tens tota la raó.Cada cop Menorca és més dels forasters i menys dels menorquinsPrest serem com Mallorca o Eivissa
Molt bé,idó Dan tu tens doblers per invertir?? Menorca pes es Menorquins i per ses bones idees!!! I sobre tot per es turisme de calidad.i feina mes de 6 mesos......
Excelente inversión, esperemos que tienen aceptación y de puestos de trabajo. Las cosas, inmuebles, etc, son de quién y/o puede/ decide adquirirlas, sean o no menorquines. Todo lo demás, envidia.