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Lo que más le gusta de viajar no es coleccionar lugares y monumentos sino conocer gentes y culturas distintas. A comienzos de este año aterrizó en Beirut. Llegó con la misma táctica que había empleado para otros de sus viajes, «entrar en Skyscanner», el popular buscador de vuelos baratos de internet «y elegir el primer destino fuera de Europa que me pudiera permitir». Pero Líbano ha atrapado a Xavi Camps Mullarach, estudiante de Ingeniería Aeronáutica que marchó con 17 años a la capital polaca, Varsovia, para cursar allí su carrera universitaria.

Su relación con el país de Oriente Próximo, castigado por los conflictos y situado en un polvorín geopolítico, ya que tiene fronteras con Siria e Israel, se basa en el voluntariado.

Fue en agosto de 2015 cuando, en plena crisis de los refugiados en Europa, se sintió 'tocado' por este problema. Las imágenes que le llegaban de aquel drama humano le llevaron a su primera experiencia de ayuda y voluntariado en Budapest. Allí trabajó unos días pero a su regreso a Polonia, que es ya «como mi casa», algo había prendido en este menorquín, que dos años después, puso rumbo a Beirut y se informó de las organizaciones no gubernamentales (ONG) que operaban en Líbano.

Salam LADC

La entidad en la que se ha enrolado en sus tres estancias en aquel país es Salam LADC (Lebanese Association for Development and Communication), en la que ha coincidido sobre todo con otros voluntarios del norte de Europa. Es una ONG que realiza proyectos en favor de la población vulnerable, aunque nació para favorecer el diálogo entre personas desplazadas y las comunidades que las acogen. «Ayudamos a gente que lo necesita, la mayoría son refugiados sirios pero también personas del propio país», explica Xavi, quien centra su labor en la educación «básicamente enseñando inglés».

Así ha visitado varios campos de refugiados o «asentamientos informales», como se les denomina oficialmente, y también un orfanato. En el pueblo de Chtaura, a 15 kilómetros de la frontera con Siria y en el valle de Beqaa, está el centro de operaciones de la organización humanitaria.

«Hay diferentes tipos de trabajo en la ONG, de alimentación e higiene, de la limpieza de los campos..., pero yo me centro en los proyectos de educación con los niños», explica el estudiante. En verano esta actividad se basa en trasladarse a los campos a enseñar, y una vez iniciado el curso «íbamos a escuelas de refugiados sirios y un orfanato a enseñar inglés, tenemos un autobús y con él viajamos. También hacemos sesiones de cine y organizamos actividades para entretener a los niños, darles atención. Ahora mismo yo era más un ayudante que profesor, hay proyectos para niños de todas las edades».

En el Líbano, explica, no hay campos de refugiados como los que existen en países europeos como Grecia. «Les llaman asentamientos informales, y puede ser un campo con cuatro tiendas de campaña, y hay muchísimos, ellos pagan un alquiler por ese terreno que usan y construyen su casita, que es una tienda». Durante sus estancias en el país ha visitado una decena de esos asentamientos.

Otra de las misiones de Salam LADC en las que participó el menorquín fue en Al Qaa, al norte de Líbano y muy cerca de la frontera con siria; un pueblo que en julio de 2016 sufrió una oleada de ataques de los terroristas del autoproclamado estado islámico, el Daesh. «Se generó mucho odio en contra de los refugiados sirios y fuimos nosotros a hacer una distribución de alimentos en ese pueblo, fue una especie de misión de paz», recuerda.

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Aunque Líbano no es uno de los destinos más recomendados, el turismo continúa en el país, evitando las zonas próximas a Siria. Xavi Camps ha conocido ciudades costeras como Trípoli y Byblos; considera que Beirut «es segura y una ciudad espectacular», aunque reconoce que su familia vive con cierta intranquilidad sus viajes de voluntariado a ese país. Pero salvo la incertidumbre de los primeros momentos, cuando llegó y se dirigió a la casa de los voluntarios de la ONG tras haber «intercambiado solo un par de e-mails», no se ha visto amenazado.

«Me he sentido seguro en Líbano», asegura, «tenemos un grupo de seguridad en Whatsapp y ahí nos avisamos y la organización nos dice en qué lugares puede haber algún problema y a los que es mejor no ir». Para este viajero el miedo a la inseguridad también viene de la poca información que llega a occidente de Líbano. «Hace poco dimitió el primer ministro y quién lo sabe, no se informa mucho de eso ¿no?».(El primer ministro de Libano, Saad Hariri, renunció a su cargo desde Arabia Saudí el pasado día 4 y según afirmó lo hizo porque teme por su vida, al tiempo que criticó el papel de Irán en la región).

Mezcla de culturas

La casa de voluntarios de Chtaura, donde viven al llegar a Líbano, es una mezcla de nacionalidades y culturas «pero todos estamos ahí por una razón, ayudar es lo que tenemos en común, y he llegado a conocer a gente muy interesante de todo el mundo, de todas las edades». Para este menorquín esa es también una parte de la aventura que le gusta «conocer gente diferente, esa casa me lo da, conoces otras culturas y a personas que se preocupan por temas sociales y por lo que está pasando en el mundo, es muy interesante», relata.

Para llegar a Chtaura la ruta no es fácil. Desde el aeropuerto de Rafic Hariri en Beirut Xavi toma un taxi a la estación de autobuses y allí una camioneta «en la que caben nueve personas, pagas 5.000 libras libanesas (menos de 3 euros al cambio) y te lleva en una hora u hora y media entre las montañas, llegas al Beqaa Valley y a Chtaura, desde la estación hay unos 20 minutos andando hasta la casa».

Los voluntarios se pagan todo, el viaje, 35 dólares a la semana para su alojamiento y 10 dólares por alimentos básicos. «Está muy bien, porque Líbano es un país que no es nada barato, sobre todo para mí, viniendo de Polonia». Chtaura está en la autopista de Beirut a Damasco, para llegar «pasas al menos dos controles militares, y no se puede comparar con nada de España creo yo, me resulta difícil de describir». Cuando ha podido viajar explica que «las playas están bastante bien, y en la costa ves el contraste, nosotros venimos de un lugar muy diferente, de trabajar con refugiados en la pobreza absoluta».

Otra visita que realizó en julio, con permiso del ejército libanés, fue al sur, a la zona denominada blue line, la demarcación entre Líbano e Israel marcada por Naciones Unidas (en la que España también tiene un contingente militar en misión de paz). «Allí fuimos tres voluntarios de Salam con un programa de Unicef e hicimos un espectáculo de marionetas en algunos pueblos de la zona para concienciar a las madres de la importancia de poner las vacunas a los niños», explica.

Objetivo

El plan de Xavi Camps es regresar a Líbano y estar nueve meses, un periodo muy largo. «Es la única manera de llevar tu propio proyecto y ver el impacto de las clases en los niños», argumenta, «puedes ver su progreso y preparar las clases, aunque nunca se sabe, igual me quedo más tiempo o al cabo de tres meses decido que regreso a la vida europea».

Para este menorquín el voluntariado le ha supuesto «un cambio personal» que no quiere dejar de mencionar. «Yo era intolerante con la gente de fuera, creo que por ignorancia, pero ya cuando me fui a Polonia el cambio me chocó en la cara, empecé a abrirme más, a interesarme por los problemas del mundo, abrí los ojos, empecé a conocer, y eso ahora me satisface mucho». Aprovecha para decir que en Beqaa Valley nieva, «hace mucho, mucho frío» y que su ONG tiene una campaña en marcha para recoger mantas «y preparar las tiendas para el invierno; pueden contactar en la web salamladc.org».

La ficha

Nacido en...

— Maó, el 9 de octubre de 1996

Profesión

— Cursa estudios de Ingeniería Aeroespacial en la Politechnika Warszawa.

Vive en...

— La capital de Polonia, Varsovia

Qué motivó su viaje

— Realizar trabajos de voluntariado, con niños, a través de la ONG Salam LADC, en Líbano. En febrero de este año realizó su primera estancia, a la que le han seguido otras dos, un mes en verano y diez días el pasado octubre.

Otros pasíses visitados:

— Como estudiante con presupuesto ajustado, solía entrar en Skyscanner y viajar sin un rumbo fijo, guiado solo por el precio del billete. Así conoció Budapest en 2015 y Thailandia, en 2016; luego vino Beirut. Ahora siempre que puede regresa a Líbano.