A mediados de octubre de 2013 se detectó por primera vez en Menorca la presencia del picudo rojo, un escarabajo invasor que ataca principalmente a las palmeras. Dos años después, la plaga sigue estando activa y parece una utopía erradicarla definitivamente. Aunque ha mejorado la detección, el problema avanza.
Conscientes de que deberemos convivir toda la vida con el picudo rojo, desde las instituciones se han llevado a cabo diversas campañas para hacerle frente y minimizar su impacto y expansión. A lo largo de estos dos años se han detectado 246 palmeras afectadas de las más de 26.000 que hay censadas en Menorca. En 2013 se dieron 21 casos, en 2014 fueron 127 y en lo que llevamos de 2015 se ha constatado su presencia en 98 palmeras. Todo parece indicar que se superará la cifra del año anterior, ya que cerca del 70 por ciento de las palmeras detectadas en 2014 se reconocieron a lo largo del último trimestre.
Las cifras demuestran, por tanto, que el picudo rojo cada año tiene un impacto mayor y se va expandiendo lentamente, pero sin freno. Aunque también es cierto que cada vez se consiguen curar más palmeras.
La plaga afecta sobre todo a la zona de levante de la Isla, donde se detectó por primera vez y donde su presencia se ha estabilizado. Este año, sin embargo, se han encontrado palmeras afectadas por primera vez en Ferreries, en s'Enclusa concretamente, y en el Puerto de Addaia. A Ciutadella todavía no ha llegado, pero no se descarta su presencia en los próximos años.
El picudo rojo tiene una área de influencia de aproximadamente cinco kilómetros, lo que dificulta su control y añade importancia a la detección precoz del insecto para evitar su propagación.
Para evitar que se reproduzca y dañe mortalmente las palmeras, es esencial hacer tratamientos preventivos y actuar cuanto antes en caso de detectarlo. Por este motivo, los esfuerzos del Consell se centran en estos ámbitos, además de las habituales campañas de concienciación y divulgación entre la ciudadanía. La máxima es que «la vigilancia es la principal herramienta de control de la plaga». Y es que hay un porcentaje muy elevado de palmeras que pertenecen a privados y, por tanto, son ellos los primeros que pueden hacer frente a la plaga y contribuir a reducir su presencia y evitar que se propague por sus aledaños.
Durante estos dos primeros años se ha ganado experiencia y conocimiento sobre el tratamiento del picudo rojo. Actualmente, la mayoría de propietarios de palmeras realizan las tareas preventivas periódicamente recomendadas y conocen qué hacer en caso de detectar el insecto. En palmeras sanas se recomiendan un mínimo de cinco tratamientos preventivos al año con diferentes productos químicos. El primero se debe realizar entre marzo, abril y mayo, en función de las temperaturas. En junio y julio el segundo y entre agosto y septiembre el tercero. Octubre es el mes con máximo riesgo de infección, por lo que se recomienda hacer otro tratamiento preventivo. El último se hace entre noviembre y diciembre, en función de las temperaturas.
Los primeros síntomas de la presencia de picudo rojo en una palmera es el decaimiento de sus hojas, ya que el escarabajo es capaz de perforar metros de galerías en el interior. En caso de detectar un ataque inicial de picudo rojo, se procede a realizar un tratamiento de choque, con dos actuaciones en quince días y posteriores tareas de saneamiento. Siempre se deben comunicar al Consell las actuaciones a realizar. En caso de encontrarnos con palmeras gravemente afectadas por el insecto también se realiza un tratamiento de manera inmediata y se procede a la destrucción de las partes afectadas en coordinación con el Consell. La ejecución de los tratamientos debe realizarla personal cualificado.
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