Así, partieron el pasado jueves desde Calascoves con un decálogo de obligaciones. Entre ellas, el reto de pescar un pez con el que alimentarse, recoger algún fruto, conseguir que alguna de las personas que se encontraran en el camino les invitaran a algo, ver amanecer cada día, navegar de noche y acabar las vacaciones sin ser multadas... solo por citar algunas. Una vez que llegaron con su embarcación a la playa de Son Xoriguer, cuando se pusieron a repasar su lista de objetivos, el resultado fue de sobresaliente: «9,5 sobre 10», resumen antes de confesar que en lo único que fallaron fue en el número de horas de navegación previstas para una de las jornadas.
El juego de estas dos turistas tiene además otro componente, el del sistema de recompensas y penalizaciones. Y es que si hubieran suspendido en más de la mitad de retos planteados ambas ya se habían comprometido a coronar corriendo la cima de El Toro. Como ése no fue el caso, tienen previsto regalarse una cena por todo lo alto y unas nuevas vacaciones de aventura, quien sabe si en esa ocasión recorriendo el litoral norte de la Isla, una «asignatura pendiente», comenta Rappoport.
En lo que se refiere a la pesca, reto al que se enfrentaron con el estilo de curricán, los resultados no fueron del todo malos para unas principiantes como ellas, aunque podrían haber sido mejores. «Pescamos dos peces, pero el tercero se nos escapó», relatan con sentido del humor.
«Ha sido una experiencia muy divertida y Menorca un lugar excepcional», resume Rappoport, quien confiesa que lo mejor de todo ha sido poder disfrutar de las playas vírgenes «para ellas solas» al anochecer y al amanecer. Tras las vacaciones, regresará a Madrid, donde reside desde hace años, mientras que su compañera retomará, después de haber pasado el verano trabajando en la Isla, su ruta en bicicleta por Europa, otra aventura en la que lleva embarcada un año y medio.
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Costa sur fantástica