El nuncio del Vaticano Renzo Fratini acompañó a Salvador Giménez en la entrada a la Catedral. Ya en el presbiterio y tras leer el decreto del Papa Francisco, le cedió la silla presidencial. Llevaba el báculo del obispo mártir de Lleida, Salvi Huix, y también su cáliz fue utilizado durante la consagración. En ese momento, la sede de Menorca quedaba vacante y se abría la nueva etapa de Lleida, en un marco incomparable, en una ceremonia solemne y sentida.
Tres cardenales, Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Cañizares y Lluís Martínez Sistach; cuatro arzobispos Jaume Pujol, Joan Etric Vives, Carlos Osoro y Vicente Jiménez; y casi 20 obispos, entre ellos el menorquín Sebastià Taltavull, concelebraron la Eucaristía. Además de un gran número de sacerdotes, cinco de ellos de Menorca, Gerard Villalonga, hasta ayer vicario general, Jaume Llompart, Bosco Faner, Joan Miquel Sastre y Guillermo Pons.
También acudieron un gran número de autoridades civiles, en una ceremonia que llenó la Catedral. El ministro de Interior, Jordi Fernández Díaz, al final no pudo asistir. Estaban el conseller de la Generalitat Jordi Ciuraneta, el presidente de la Diputaciñon, Joan Reñé, el presidente de Caritas Española, la vicepresidenta del Consell, Susana Mora, y el director general de Cultura del Govern, Jaume Gomila.
Llegaron dos autocares de Muro de Alcoi, la población natal del prelado. Su hermano y miembros de su familia también estuvieron presentes en la celebración
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.